Prólogo

108 5 1
                                    


Editado.

Siento que me duele todo el cuerpo, trato de abrir los ojos pero los siento muy pesados, aun así hago el intento, cuando los abro veo todo oscuro, pero sé que no estoy ciego porque veo la luna. Gracias a la luz que emite logro ver que estoy rodeado de árboles, siento frío, mucho frío, miro mis piernas, mis brazos y todo mi cuerpo, estoy desnudo. Me duelen los huesos, aún estoy acostado porque no soy capaz de moverme. Escucho unos pasos, veo una sombra que viene hacia mí, un hombre. A lo lejos parecía que tuviera una joroba, pero a medida que se acercaba podía notar que era una mochila en su espalda. Aún no le podía ver la cara ya que la luz era muy tenue, mi corazón latía muy rápido, tenía miedo, demasiado miedo, pero eso no se lo iba a demostrar al sujeto que venía hacia mí, no sabía sus intenciones, algo dentro de mí me decía que confiara, pero otra parte me decía que no, ya que era un completo desconocido.

Cuando llegó a mi lado me ayudó a sentarme en la dura tierra, ya veía mejor su rostro, tenía una barba de candado y alrededor de unos treinta años. Ninguno de los dos decía palabra alguna, él sacó de su bolso una camiseta, me la tendió, y con un poco de dolor me la puse; también me dio unos pantalones, entendí que no tenía ropa interior, igual no le iba a reclamar, esto era más de lo que pedía.

- Gracias - le susurré, él asintió, traté de caminar, pero me detuvo.

- Aún no, estás muy débil, acabas de despertar de la transformación, tienes que esperar al menos unos segundos - no entendía nada de lo que decía, ni siquiera sabía en donde estaba, enarque una ceja.

- ¿Perdón?, ¿Transformación? No le entiendo - él me sonrió de la forma como un padre le sonríe a su hijo cuando se pasa a su cama por una pesadilla.

- Mira, hay mucho de lo que te tengo que explicar, pero ahora no es el momento ni el lugar, mejor acompáñame, esperemos que puedas caminar, el auto no está muy lejos de aquí - Él se levantó y me tendió la mano, pero no la agarre.

-¿Por qué te seguiría?, eres un extraño, ni siquiera sé tu nombre, ni tú el mío... - iba a seguir hablando pero me interrumpió.

-Tienes razón, pero ¿Te digo qué es lo que sí se? Que somos los únicos en el bosque, además, no te voy a matar, si lo hubiera querido, no crees ¿Qué ya lo hubiera hecho? Yo solo te estoy ayudando, así que... ¿Vamos? - me volvió a ofrecer la mano, esta vez sí la acepte.

Levantarme fue toda una odisea, me dolieron todos los músculos y huesos que ni siquiera sabía que existían, pero entre gritos y quejidos lo logré.

Empezamos a caminar, y noté estábamos descalzos, pero a él no le parecía importar. Tenía mi brazo alrededor de su cabeza en la cual me estaba apoyando, sentía muchas piedras, ramas, charcos, y a cada rato se me atravesaban moscos y todo tipo de insectos.

- Dijiste que estábamos cerca de tu auto - me queje, el rio.

- Yo dije que no estaba lejos, no que estábamos cerca; no te quejes tanto, ánimo, que ya habrá tiempo para descansar y para curarte - yo solo asentí.

- ¿Por qué haces esto?, ¿Por qué me ayudas?, no me conoces, y no creo que te pueda devolver el favor, no tengo dinero, ni poder, creo que no tengo ni familia - él ignoró mi pregunta y me cambio de tema.

- Falta poco para llegar a la carretera –

- No me cambies de tema - el suspiro algo cansado.

- Mira, yo pasé por lo que tú pasaste y nadie me ayudó, nadie me tendió una mano, ni me dio ropa, y no le desearía ni a mi peor enemigo esto, ¿Qué porque lo hago? Simple, no quiero que nadie sufra lo que yo sufrí - no sabía que responder, así que mejor me quedé callado.

Vi un carro estacionado a lo lejos, el sacó unas llaves, las oprimió y sonó la alarma. Sin importar el dolor que sentía corrí hacia él, abrí la puerta y me subí a la parte trasera de este, me acosté en los asientos, escuché que una puerta se abrió, alguien entró y cerró la puerta, supuse que era el que me ayudó.

- Ahora sí ¿Me puedes decir lo que pasa? - le pregunté.

- Solo te voy a decir que no somos solamente humanos - no entendía nada, fruncí mi ceño.

- ¿Somos? - él asintió- Si no somos humanos entonces ¿Qué somos? - pregunté.

- Lobos - 

A la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora