En el pensamiento.

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Cuando yo al piadoso Ser rogaba
que liberara a mis ojos de mirarte;
como quitó la vista pero no el amarte,
en el alma luego te contemplaba.

Que si cegarme fue el bien que deseaba,
la locura ojos me dio para adorarte,
pues como bella ilusión pude verte
lo que en esperanza vivía y penaba.

No bastó en mi destino que de osado
hallara tu tiranía mi ardimiento,
ni mis desvelos y tormentos incitado

si la fantasía vino a ser contento:
qué más da de ojos haberme despojado
si de mejor vista goza el pensamiento.

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