Notas desesperadas

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No sólo era la distancia en kilómetros la que nos separaba. Era esa maldita distancia tan fría y austera que comenzaba a habitar en nuestros corazones, la que hacía que nos hiciésemos un poco más ajenos, un poco más rotos. ¡Maldito el día en el que decidimos darlo todo por terminado, en vez de luchar por ello!

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