Porque así eras tú, Lolita.

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Me enamoré de tu todo y de tu nada,
De tu repentino silencio y de tu eterno griterío.
Me enamoré perdidamente de una hipótesis que estaba entre comisuras y de una intangible advertencia entre comillas.
De ese sismo que me sacudió las entrañas y que me agrietó hasta el alma 
Me enamoré de una teoría imposible de demostrarle al mundo su veracidad.
De los años luz que había entre nosotros.
Me enamoré de una catástrofe, tan poderosa como la bomba que cayó sobre Hiroshima.
De su reencarnación de eternidad. 
Me enamoré sin un retorno en mente, a puras casualidades o tal vez causalidades.
De un "te amo" que jamás pronunció.
Me enamoré de unas impredecibles reacciones en cadena, de un magistral efecto mariposa.
Del caos que renacía bajo sus pisadas.
Me enamoré de tus cenizas, de tu fuego, ese que me hacía pirómano y amante de tu pirotecnia.
De sus juegos de azar, de quién da más. 

Pero me hiciste sentir sucio y enfermo, inacabado, casi suicida. Loco de amor por tu religión.

Me follaste el alma con una fantasía que me  hacía sentir real.
Me jodiste el alma hasta convertirme en pecado.
Me hiciste sentir inmortal cuando éramos seres tan banales.

Y si te vuelvo a escribir no es porque quiera reinventarte, reconstruir tu vacía existencia, perdida alma incompatible con la mía.

Te escribo para recordarte que sigues estando libre e incondicional en mi mente.

Sigues viva y sonriendo, bailando desnuda, completa y hasta durmiendo. Sigues siendo mi compañera de cuarto preferida.
La musa de mis poemas y la causante de la mayoría de mis tristezas.
Pero sigues siendo tú, con esa advertencia de peligro que jamás se me hizo suficiente para detenerme. 
Pero que sí fue lo suficiente para dejar de quererme.

Porque así eras tú, Lolita.

No te gustaba que te hablaran de amor porque eras incapaz de entenderlo y sentirlo.
No te gustaba que te hablaran de eternidad cuando tú eras sólo un instante.
No te gustaba que te hablaran de hogar cuando eras tan libre.
No te gustaba nada que te esclavizara el corazón y la razón

Y te marchaste prometiéndome que serías feliz lejos de esta cárcel, pero asegurándome que jamás dejarías de ser mi Lolita.
Dolores para todos, Lola sólo para mí.

Y te creí y te dejé ir, porque me había enamorado hasta de tu inalcanzable vuelo.

Pero ayer volví a verte-sí que han pasado los años-estabas menos inocente y con unas experiencias que relucían en tus senos.
Y no pude ignorar que el tiempo ha hecho trizas tu pobre alma.
Ahora sólo eres escombros del que era tu potente imperio.

Estabas tan muerta como vacía, Dolores.
Eras una guerra sin armas y menos soldados. Ya no eras nada, Lolita.

Te creía indestructible,
imposible de ensamblar.

Pero vi cómo le sujetabas la mano al karma como si jamás hubiese tomado una. Como si jamás hubieses encajado la tuya con la mía.

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