dos

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Sol.

Abrí mis ojos lentamente, sintiendo como la suave tela de la sábana estaba adherida a mi piel, cubriendome, ya que estaba completamente desnuda. miré a mi costado encontrándome con la perfección en su máxima expresión, mi novio, quien aún seguía durmiendo. No me sorprendió para nada amanecer acá, no es la primera vez que me quedo en su casa, claramente.

Mateo quién todavía no despertaba del todo, aun medio entredormido pasó su brazo por alrededor de mi cintura pegandome más a su cuerpo, dejándome sentir el calor de su piel desnuda chocar con la mía.
sonreí por la ternura que me dió y apoyé mi cabeza en su pecho para abrazarlo con fuerza.

— Me explota la cabeza mal, boluda
— habló el moreno con voz ronca apenas despertó, llevándose las manos a los costados de su cabeza para comenzar a hacerse masajes circulares sobre la cien.

— Si amor, a mi también, ahora me levanto a buscar algo para el dolor ¿si? — respondí de forma tranquila y me acurruqué más hacia arriba con intenciones de llenarle la carita de besos cortos.

— No sol, dale, ahora no que me siento del orto— Me corrió un poco para el costado al notar que lo estaba cargoseando mucho y negó con su cabeza mientras que a la par reía.

¿Qué le pasa?

— Sos un pelotudo bárbaro, eh
— expresé con enojo por su reacción de wachin asqueroso y por su poca muestra de afecto ante mis cariños, luego me levanté de la cama aún desnuda, con intenciones de bajar a la cocina.

Pude ver como mateo solamente me miraba de reojo y luego tomaba el teléfono para dedicarle toda su atención a la pantalla.

Que wachin tan pelotudo, ya empezaba a cansarme otra vez.

— Para el tiqui tiqui con las teclitas sí que no te duele nada, eh.— lo miré, no dijo nada como era de esperarse, pero sabía que yo tenía la razón. Cuando te duele la cabeza no soles forzar la vista.

Caminé hacia su ropero, sacando una de sus remeras, eligiendo una de color blanco con un diseño en negro, la cual me daba por los muslos. Junto a ella me puse su par de sandalias adidas, para ahora si, bajar a la cocina.

Una vez estando abajo, me dirigí al mueble color ocre situado al lado del horno y abrí uno de sus cajones, sacando dos Ibuprofenos para el dolor de cabeza. Los aparte dejándolos sobre la mesa y pensé en hacerle el desayuno a Mateo, yo no iba a desayunar, sinceramente no tenía hambre.

Coloqué cuatro tostadas de paquete sobre un plato, a las cuales les eché manteca y mermelada. Después abrí la heladera en busca de algo para tomar, iba a hacerle chocoltada porque el la amaba, pero vi que también había jugo de durazno, su favorito. tomé un vaso el cual rellené con este mismo jugo y luego fui hasta la alacena en dónde habían golosinas y varias cosas dulces guardadas para cuando pintara el bajón. saqué un alfajor, dejé todo este desayuno que había armado sobre una bandeja y finalmente la agarré para después subir a la pieza de mateo nuevamente, no sin antes haber guardado todo en su lugar, claro.

— Mirá lo buena novia que soy, hasta el desayuno te hice, aunque vos no sos capaz ni de hacerme unos mimos— vociferé apenas entré en la habitación del morocho y le dejé la bandeja sobre la cama.

— Gracias mi amor— se limitó a decirme, sonriendome al verme y agarró una de las tostada que se encontraban en la bandeja para metérsela en la boca y comenzar a masticarla.— Están buenísimas eu
— comentó apenas la probó, hablando con la boca llena.

Yo mientras tanto agarré el vaso para tomar un poco del jugo que le serví a mi novio, era solamente para poder pasar el Ibuprofeno, así que después de hacerlo lo volví a dejar en la bandeja. Enseguida que lo dejé, teo lo agarró para tomar, y no se cómo ni en qué momento, pero en un fla sentí todo el jugo empapando mi cuerpo.

materialista | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora