Casa de Ross después de una salida con el Cast.
—Me alegro de haber salido juntos después de tanto tiempo. No hay otra cosa que me haga más feliz que compartir mis diversiones con mis mejores amigos.
—Yo también me alegro, tantas giras en diferentes países me irrita. —dijo Ross.
—Igual yo. Dijiste que estabas con fiebre durante los recorridos. —contestó Raini.
—Sí, supe de eso mediante Laura, porque tú ni siquiera de hacer el favor de escribirnos. Sólo se hablar con Laura por Whatsapp…—añadió Calum.
—¡Cierto! Yo me he enterado mediante ella. —me señaló Raini con su dedo.
—¡Pero ustedes nunca están en línea! —refiriéndose por el ‘wp’.
—Yo siempre estoy y estaré para ti, cariño. —respondió Calum.
—¡Basta ya! —les dije riéndome. —¡Abrazo grupal!
Estábamos en la casa de Ross en el patio trasero al lado de las piscinas.
—Bueno chicos debo irme ya, ¿Laura, Calum, vienen?
Miré a Ross.
—Oh déjala, ella tiene que quedarse con él para no dejarlo solo—dijo Calum. Era cierto, no quería dejarlo solo…Porque los chicos y ni Mark y Stormie están.
Raini y Calum se acercaron a Ross y a mí para darnos un beso en la mejilla incluido un abrazo, el colorado se me quedó abrazando demasiado. Ross nos miraba mal…
—Me estás asfixiando…—le dije.
—¡Oh lo siento!—Debo irme, porque si no señorito Lynch se pone celoso.
Acompañó a los chicos hacia la puerta de la calle mientras me quedaba disfrutando del aire libre en el patio de un día Domingo a lo Sol, llevaba una blusa amarilla que a éste le gusta, pollera blanca lisa ajustada, se podían ver mis curvas, unas sandalias marrones, tenía el cabello planchado y un jopito.
Ross llevaba una bermuda clara de jean con partes cortadas y las rodillas rotas, camisa blanca fresca que se podía ver el cuello y además la llave que le regalé hace dos años, y unas converse con el cabello revuelto.
Volvió luego de acompañarlos y venia hacia mi diciendo:
—¿Sigues teniendo oxigeno—fruncí el ceño.
¿Qué?
—¿De qué hablas?
—Del abrazo…
—¿Estás celoso?—volví a fruncir el ceño.
—No. —dijo cortante.
—Calum tiene novia, jamás se acercaría a mí por algo “más”—hice comillas.
Sentí que algo se me había metido en el ojo.
—Tampoco se acercaría por otro motivo—me dijo por el ‘motivo’ es él.
—¡Maldición! No sé qué se me acaba de meter en el ojo—me estaba refregando mi ojo con mi puño y Ross vio que el ojo me lloraba.
—No tienes nadas... —se me acercó—¿Quieres que te sople?—Asentí y se acercó más a mí colocando sus manos en mis mejillas y soplando con delicadez mi ojo izquierdo, sentía su aliento fresco en mi parpados, pestañas, hasta mi nariz, era tan fresco.
—Gracias…—susurré cerca de su rostro y colocando mi mano en su muñeca con la mano que me sostenía el cachete, me quedó mirando a los ojos fijamente, quedé boquita abierta, se acercó más a mí y mis labios temblaban.
