N'aie pas peur

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 47
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-No tengas miedo, de los errores se aprende, vamos hazlo nena. - Le dijo Laylah, aunque le costaba oír algo por encima del latido desbocado de su propio corazón.

- Comienza lentamente por los labios mayores y luego continua con los menores, aumentando gradualmente la succión y la fuerza en cada lamida. Cuanto más fuerte chupes, más placer me darás. -Elizabeth comenzó a succionar lentamente y comenzó a subirle de nivel a las Succiones y lamidas que le aplicaba a Laylah.

- Eso es. Ahora toca mi clítoris con tu lengua.

Elizabeth hizo lo que le pedía. Ella no dejaba de mover sus caderas en un vaivén, la visión resultaba muy excitante. ¿Podía haber algo más erótico en el mundo que ver a Laylah Hansen moverse de una manera tan sensual?

-Eso es. Apréndete la forma. Lame más rápido y succiona fuerte. -la animó, mientras ella seguía sus instrucciones al pie de la letra.

- Sí, justo ahí.-continuó, y su voz bajó varios tonos cuando Elizabeth trazó la línea que delimitaba la punta con la lengua y tiró de aquel pequeño botón que estaba hinchado.

Como premio, unas gotas del néctar de Laylah cayeron sobre sus labios. Su sabor era único... adictivo. Tiró con más fuerza; con un gruñido de placer, Laylah abalanzó sus caderas, la sujetó con la otra mano por la parte trasera de la cabeza y empezó a mover la cadera adelante y atrás, una y otra vez.

-Ahora chupa. -le dijo con voz tensa. Elizabeth hundió su boca en la vulva de Laylah y apretó los labios en su clítoris y succionó con fuerza.

-Ah, sí. Eres una buena alumna. -la felicitó Laylah desde lo alto, sin dejar de moverse entre sus labios.

El vibrador la estaba matando; no podía escapar de su insistente zumbido.Como el día anterior, tenía los pezones y las plantas de los pies ardiendo, y los labios exageradamente sensibles alrededor de la vulva de Laylah. Empezaban a dolerle de tanta presión como estaba aplicando. Y, aun así, quería más. La necesitaba. Echó la cabeza hacia delante y la sintió en toda la lengua, llenándole la boca. Laylah gimió y le tiró del pelo para detenerla.

-Si vuelves a hacerlo, lo dejamos. - Se lo dijo con un tono de voz tan seco que Elizabeth abrió los ojos sorprendida.

El vibrador amenazaba con llevarla al borde del abismo en cualquier momento. Era un invento diabólico que no le permitía controlar sus reacciones. Levantó la mirada, con la boca tan llena que no podía pronunciar ni una sola palabra. El rostro de Laylah se oscureció al ver la expresión de su cara.

-¿Elizabeth? - De pronto, ella empezó a sentir los primeros espasmos del orgasmo.

El aire salía de sus pulmones acompañado de pequeños gemidos que la vulva de laylah se ocupó de callar. Cerró los ojos con fuerza, avergonzada, mientras ella la observaba con incredulidad. Ni siquiera era capaz de controlar su propio deseo. Laylah la miró desde lo alto, sin comprender la expresión desesperada de su rostro, hasta que Elizabeth empezó a temblar al ritmo de los primeros compases del orgasmo.

Era la primera vez que estaba dentro de la boca de una mujer mientras ella se corría. Nunca antes había tenido en consideración el placer de una mujer mientras ella se estaba cobrando el suyo propio. Ilusa. Gruñó al sentir su boca, suave y cálida, temblando alrededor de su vulva. Incapaz de contenerse, hundió los dedos en el pelo de Elizabeth y continuo deslizándose en sus labios. Ella emitió un quejido desde lo más profundo de la garganta, y el sonido vibró en su sexo con la misma potencia que los espasmos del orgasmo.

Intentó separarse unos centímetros para aliviarle la sensación de ahogo, pero ella siguió chupando y lamiéndole hasta llevarla al borde del precipicio.
Abrió la boca, dispuesta a reprenderla, pero de repente cambió de idea y volvió a empujar con la cadera. ¿Qué clase de idiota corregiría algo tan increíble? Dejó que fuera ella quien controlara los movimientos y la observó ensimismada mientras Elizabeth movía su lengua de un modo increíble.

-Así, así. -murmuró.- Continúa así.

Estaba emocionada. El entusiasmo más que evidente de Elizabeth suplía con creces su falta de experiencia. Además, era muy fuerte y su forma de succionar, exquisita. Pero aun así siguió animándola.

-Chupa más fuerte.- Le dijo, y empezó a mover la cadera al ritmo de su cabeza.

Elizabeth superaba todas sus expectativas. La miró mientras sus mejillas rosadas se llenaban de ella. Aquello era demasiado. Le tiró suavemente del pelo y ella abrió los ojos y la miró desde el suelo. La visión de sus labios enrojecidos por la fricción y el brillo sensual de sus ojos le abrasó la conciencia.

-Tienes que hacerlo mas rápido. -le dijo con dulzura.

-Respira por la nariz. Si te sientes incómoda, dímelo y paro. ¿De acuerdo?

Elizabeth asintió, y la confianza y la excitación que descubrió en su mirada aterciopelada le hizo apretar los dientes. La miró a los ojos y empujó con la cadera, y enseguida sintió la intensidad que aumentaba. Un escalofrío de placer le atravesó el cuerpo. Elizabeth parpadeó y la observo atentamente. Laylah gruñó y se retiró.

-Eso es. Respira por la nariz. -la animó mientras volvía a deslizarse en sus labios. Esta vez, su rostro se contrajo en una mueca al sentir que su lengua se movía de una forma que a Laylah le gustaba.

- Lo siento. -se disculpó rápidamente mientras se retiraba, y se compadeció de ella al ver que le caían dos lágrimas enormes por las mejillas

- ¿Estás bien? - Le preguntó.

Elizabeth abrió los ojos al máximo y asintió, acercándose de nuevo a Laylah. Laylah sonrió complacida ante aquella muestra de predisposición... de generosidad. Gracias a Dios, porque aquella era la mujer más hermosa que había visto en mucho tiempo, y no estaba dispuesta a parar. Sabía que no sería capaz de hacerlo aunque quisiera.

Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora