4. Girasoles.

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Y dicen que es complicado comenzar algo que nunca habías hecho, pero... ¿qué ocurría cuando era yo la que debía comenzar?

Los días habían pasado. No sé cuánto tiempo realmente había pasado, pero lo que sí sabía es que la relación de Sarah y mía había ido mejorando notablemente. Era una chica estupenda y aunque estuviera algo loca, me hacía reír. Es una buena amiga y fue por eso que decidí contarle lo que me llevaba rondando por la cabeza todos esos días desde que me desmayé y tuve la conversación con Cate.


Jaz: Hey, por cierto. ¿Podríamos hablar de algo? Llevo un par de días con una sensación extraña y no sé a quién contárselo.

Sarah: ¿Cómo que no sabes? Me tienes a mí, pichón. Anda, vamos a la cafetería de la facultad y me cuentas, ¿sí?


Sin pensármelo dos veces, sonreí y asentí. Caminando junto a Sarah vi a los lejos a Cate. Estaba como siempre, mostrando una gran sonrisa mientras hablaba con dos profesores. Aquellos días Jazmine recordó que Catherine Anderson era un modelo a seguir para algunas de sus antiguas profesoras, pero por mucho que intentara recordar un poco más, las imágenes y recuerdos se volvían más confusas dejándome completamente confundida. Ambas llegamos a la cafetería.


Jaz: Yo pido, ve a buscar una mesa libre, porfa. ¿Café?

Sarah: Sí, con leche.


Y con la misma, Sarah se fue a buscar una mesa. Me quedó en la cola para pedir, pues normalmente a esa hora de la mañana la cafetería se llenaba. De repente después de pedir, noté una mano en mi espalda. Extrañada me giré para ver de quién se trataba. Para mi sorpresa era un compañero de clase... Daniel. Era el típico guaperas que se creía que de aquella forma podía conquistar el mundo. Alcé una ceja.

Jaz: ¿Desde cuándo te he dado permiso para que me toques la espalda? -Dije de manera brusca. Lo cierto era que no era muy sociable cuando hacían algo que me molestaba.-

Daniel: Oh, perdona. Pero tenías una pelusa y quería quitártela. No creo haberte agredido sexualmente ni nada por el estilo, ¿no? -Él sonrió y se encogió de hombros.-

Jaz: Pues para la próxima me avisas, no tengo necesidad de pensar que haces las cosas sin pensarlas antes. -Le volví a decir de la misma manera que antes, pero él empezó a reír.-

Daniel: Mira que eres antipática, Jazmine. ¿Así vas a tratar a los niños cuando te toquen sin avisarte? -Me preguntó de una manera algo graciosa, pues los gestos del chico así dejaron ver una intención bastante amigable. Fue por esto, que me resigné y sonreí.-

Jaz: Bueno, no sabía que estaba tratando con un niño... para nuestra próxima conversación te traigo unos cuadernos de dibujos para que te entretengas. -Le guiñé el ojo recogiendo los dos cafés y sin esperar contestación me alejé, aún manteniendo la sonrisa.-


Al llegar a la mesa, le conté lo sucedido a su amiga con Daniel.


Sarah: Pues dicen que ya ha estado con tres chicas de la clase.

Jaz: Es el típico machito, amiga. Pero la lleva clara si por esos comentarios voy a ceder. -Dije cogiendo un sorbo de café.-

Sarah: Bueno, pero para una noche está genial, ¿no crees? Ay, amiga! Deberías intentar relajarte un poco. Últimamente te noto rara.

Jaz: Era de lo que quería hablarte. Cuando me desmayé... ¿recuerdas? Bueno, pues resulta que ocurrió algo bastante raro.

Mariposas en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora