Capítulo 2

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-- Pancho – habló Susana intentando llamar la atención de su esposo. Supo que lo logró cuando le respondió:

-- ¿Qué paso? ¿Quién me habla?

-- Yo Pancho. ¿En qué tanto piensas? No has tocado nada de tu comida, y mira que cuándo te ponen comida en frente de ti, te olvidas de todo.

-- Ay Susanita bonita, es mi Temístocles – Susana se puso seria. Sabía que era un tema delicado para Pancho -. No lo he visto desde hace 7 años.

-- Tranquilo Pancho, sabes que Temo se la pasa trabajando.

-- Pos sí, pero ni una llamadita. Ni los mensajes responde. ¿Cómo quieres que me quede tranquilo?

-- Bueno, seguramente ha de estar muy cansado, sabes que ser vicepresidente de una compañía no es fácil. Además, Temo se está preparando para hacer su maestría en administración.

-- Eso nos dijo Candy, Susanita, pero no sabemos si sea cierto. Y lo malo es que no tengo a nadien que me le eche un ojo, porque ira una: nadien de mi familia vive en la capital, dos: no quiso trabajar en mi compañía y tres: no pos no hay tres – soltó una de sus típicas risas y seguido, el mayor de los López, se quedó pensando.

-- ¡Pancho! – gritó Susana para sacar a Francisco de su trance.

-- ¡Ay! Tranquila mi Susanita, casi casi me da un paro de corazón.

-- Se llama paro cardíaco, Pancho, no "paro de corazón". Mejor dime, ¿en qué estabas pensando?

-- Tú me entendiste. ¿Y si mi Temístocles ya no nos quiere volver a ver? – Pancho se escuchaba asustado.

-- Ay Pancho, no exageres. Temo adora a su familia – intento tranquilizar a su esposo.

-- Pos sí, ¿y si nos mintió?

-- No lo creo Pancho, Temo siempre ha sido malo para mentir. Mejor ya hablemos de otra cosa.

-- Pos ya que. ¿Si irán a la comida esa?

-- Si Pancho. Te dije, pero estabas sumido en tus pensamientos.

-- Ah bueno. Pues se me cuidan. No lleguen tarde.

-- Pancho, es con la familia. No es cómo que nos vamos a ir a otro país o estado.

-- Es que uno nunca sabe Susanita – se levantó del comedor y se dirigió a la sala. Una vez su esposa llegó con él, grito:

-- ¡Chamacos! ¡Ya bajen! ¡Ya se van!

-- Ay, Pancho, no grites – se quejó Susana.

-- Es que namás así entienden mi Susanita Bonita.

Susana estaba por hablar, pero escuchó que Sebastián y Julio estaban gritándose.

-- ¡Calmantes montes pintos pájaros cantantes! ¡Julio y Sebastián, se me vienen acá en este mismo momento! – gritó Francisco.

Los mencionados se asustaron al escuchar los gritos de Pancho. Una vez estuvieron frente a él, les preguntó:

-- ¡A ver! ¿Qué les pasa? Parecen perros y gatos. ¿Qué no podemos ser una familia bien? Ustedes me van a sacar canas verdes, de veras.

-- Sebastián empezó, Papancho – dijo Julio.

-- No es cierto, Pancho. No le creas, él empezó – Sebastián señaló a Julio – Dijo que mi camisa era su camisa.

-- Es porque si es mi camisa, ¿verdad Papancho?

-- No es cierto es mi camisa. La tuya es la blanca con rayas negras.

Latidos del CorazónWhere stories live. Discover now