Latidos del Corazón

Capítulo 3.

Cuauhtémoc sintió que el vuelo fue muy rápido, o tal vez era porque durmió en todo ese rato. Al salir del aeropuerto, tomo un taxi y le dio al chofer la dirección de su nuevo hogar. En este momento agradecía inmensamente el haber aprendido inglés.

-- Muchas gracias, qué tenga un buen día – le dijo al chofer, quién le contestó con un asentimiento de cabeza sin despegar su mirada del volante.

Parece que alguien está de malas, pensó el castaño.

-- Bueno, a empezar una nueva vida – suspiro y se adentró al edificio.

Al llegar a la entrada del lugar, lo primero que pudo ver fue a un guardia, al cual saludo amablemente. Paso a recepción por las llaves y se dirigió hacía el elevador; una vez dentro, saco su celular para saber el número de su nuevo departamento.

Cuándo abrió la puerta, se asombró bastante. Sin duda alguna, Diego tenía un buen gusto, era completamente blanco sin perder su elegancia.

Decidió dar un pequeño paseo por su nuevo hogar, paso por tres habitaciones y cuatro baños; la cocina tenía el tamaño suficiente para meter a 6 personas.

Me gusta esta cocina, dijo a la nada.

Al ver todas las habitaciones de la casa, se dio cuenta que todos los muebles combinan a la perfección con todo lo demás y eso le agradó.

-- Bien, necesito darme un baño y dormir – vio la hora en su reloj – Diez con cincuenta y ocho minutos, mejor le marcó mañana a Diego.

Escogió su habitación y de su maleta saco su pijama, para después meterse a bañar. Al finalizar, agradeció que Diego comprara el departamento ya amueblado.

Por lo único que me preocuparé será por la comida, susurró.

[...]

Era media noche cuándo Aristóteles llegó a su hogar.

-- Hola, Adolf – saludo al guardia.

-- Joven Ari, ¿otra vez llegando tarde?

-- Trabajo, Adolf, trabajo – suspiró cansando - ¿Algún recado?

-- Ninguno, joven. Aunque al parecer ya se vendió el departamento 308 – Aristóteles frunció el ceño – el del segundo piso – el rizado pareció entender.

-- Ya era hora, ¿no? Ya hasta estaba pensando que ese departamento estaba embrujado – ambos rieron – Pero me alegro que Grace vendiera el departamento, siete años sin recibir ganancias – bostezo.

-- Sí. Lo dejaré descansar joven.

-- Deberías de hacer lo mismo, Adolf, ya es tarde y tienes que madrugar. Nos vemos – se despidió del guardia con una palmada en la espalda.

[...]

Cuauhtémoc despertó al escuchar unos ruidos, al principio pensó que provenían de otro departamento, pero se percató que cada vez se escuchaban más cerca, por lo que decidió levantarse e ir a ver.

Antes de salir de su habitación, agarro su maleta y, sin hacer mucho ruido, saco una pequeña navaja.

Lo bueno de que es pequeña, es que pasó desapercibida en el aeropuerto, pensó.

Salió del cuarto con pasos sigilosos y se fue acercando hacía dónde provenía el ruido. Logro ver a una persona en la entrada, el castaño aprovechó que estaba cerrando la puerta y se acercó sin hacer el mínimo ruido, para después tomarlo por el cuello con una mano y con la otra puso la navaja, en el mismo lugar, sin hacer mucha presión.

La persona gritó del susto, pero antes de que pudiera hablar Cuauhtémoc le preguntó:

-- ¿Quién eres y cómo entraste a mi departamento?

La otra persona no contestó, entonces Temo presionó más la navaja en su cuello, sin llegar a lastimarlo.

-- ¡No! A la policía no. Soy D~erek, D~erek Lozano Aran~Arango – contestó con la voz temblorosa – Diego Ortega me dijo que a esta hora no estaba nadie, perdón si he hecho mucho ruido – dijo un poco más calmado.

Cuándo Cuauhtémoc supo la información suficiente, lo soltó y pidió disculpas por haber reaccionado así, a lo que Derek le contestó:

-- No hay problema, entiendo tu reacción – Temo se quedó observando a Derek.

Feo no es, pensó.

Es de ojos color café oscuro, cabello un poco alborotado, seguro por el viaje, y un poco de barba.

-- Qué educación la mía – rió – Cuauhtémoc López, mucho gusto – le tendió la mano.

-- Bueno, yo ya me presenté... Mucho gusto ¿Cuauhtémoc? Qué nombre tan peculiar – dijo con una sonrisa.

-- Dime Temo. Estaremos viviendo juntos y pues tenemos que llevarnos bien, ¿no? – Derek asintió con una sonrisa en la cara. – Sólo una pregunta.

--Claro, dime – dijo sin borrar su sonrisa.

-- Mi amigo, Diego, me dijo que se llamaba Regina. Supongo que ella es tu hermana, ¿no?

-- Eh sí, Regina es mi hermana. Ella es la que hizo el trato con tu amigo, pero el que estará viviendo contigo seré yo. Al parecer se le olvidó decirles eso – rascó su nuca – ¿Ahora puedo yo hacer una pregunta?

-- Por su puesto, en confianza.

-- Se supone que no estaría nadie a esta hora, ¿se te hizo tarde o algo así?

-- En realidad, entro a trabajar el miércoles, pero preferí venir antes para acoplarme, ya sabes, ¿no?

-- Oh ya – iba a decir algo más, pero el ruido de su estómago anunciando tener hambre le interrumpió – Este... mejor iré a comer algo. Supongo que aún no has ido al mercado, ¿o me equivoco? – arqueó una ceja.

-- ¡Brujo! – Derek frunció el ceño confundido – O sea que tienes razón, pues – el de cabello castaño oscuro pareció entender – Hay una plaza cerca de aquí, ¿vamos ahí o prefieres ir a un restaurante?

-- No, no, la plaza está bien. Está perfecto, de hecho.

-- Excelente, nada más me cambió, me peino y me cepillo los dientes, y nos vamos, ¿te parece? – preguntó con una gran sonrisa.

-- Perfecto, así me da tiempo de acomodar algunas cosas... por cierto, ¿cuál será mi habitación?

-- Escoge la que quieras. Hay dos habitaciones, que por cierto tienen su propio baño. También hay un baño aparte, supongo que lo usaremos para visitas. Entonces nos vemos aquí mismo dentro de 10 minutos, ¿te parece? – su nuevo compañero asintió y Cuauhtémoc se dirigió a su cuarto.

-- Está muy guapo – susurró.

Los diálogos que están así quieren decir que están hablando en el idioma original del lugar, en este caso inglés. Por cierto, les dejó foto de cómo me imagino que es Derek:

Fue lo mejor que encontré:v