Capitulo 1

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Es muy deprimente querer hacer algo y no saber cómo hacerlo.
Mi vida es un constante sube y baja.
La gran mayoría de días me siento vacía, me di cuenta que entre más tiempo me la pasé sola más vacía y frustrada me siento.
Tengo miedo de perder las pocas personas que aún siguen conmigo, pero es inevitable no querer alejarlas de tu pequeño infierno.

Solía ser alguien que irradiaba felicidad, solía ser la esperanza de cualquier persona que necesitaba ayuda.
Desde quinto de primaria todo fue cambiando.
Me di cuenta que entre mejor estaba socialmente, peor me sentía.
Me cambiaron de escuela dos veces, la primera fue por cuestiones de cercanía, mi escuela quedaba al otro lado de la ciudad, así que mi madre después de 4 años de haber iniciado la escuela, decidió cambiarme, aunque ella ignoraba el porqué me hacía tan feliz este cambio.

Siempre fui el blanco de burlas y bromas por parte de mis compañeras, fui golpeada y humillada cada maldito año de mi corta estancia en aquel lugar, fueron los 4 años más miserables que en aquel entonces había vivido. Solo llegue a tener una "amiga", aquella amiga me dejó cuando se dio cuenta que era un fracaso socialmente, ella también fue de las primeras personas que hizo mi vida miserable en aquel Preescolar, hay quien dice que del odio al amor hay un solo paso, al parecer eso sucedió en este caso, pero no duró demasiado ese amor.
Cuando ella me molestaba o golpeaba yo le amenazaba con decirle a mi madre, en ese momento en el que le iba a decir, me daba cuenta que no podía.
No sé si era temor o esperanza de que ella cambiaría algún día, no lo sé, el caso es que jamas llegue a mencionarcelo a mí madre.

Ella solo fue la primera de muchas de las personas que lastimarian de mí, tanto física como emocionalmente.

¡Maldición! En realidad me di cuenta que me dolían más sus palabras que sus golpes.

A dónde voy con esto?
Fácil.

Recuerdo que una vez iba subiendo a mi autobús escolar, cuando recibí una sancadilla por parte de unas de mis compañeras, este acto causo una caída dura, mi cara quedo contra el pavimento, sentí ser arrastrada por detrás hasta que escuche a mi monitora hablar, no recuerdo mucho el recorrido hacia mi casa, solo que antes de subirme a la ruta mi cara y mis rodillas ardían, mi monitora optó por aplicarme isodine en la cara, cuando vi los vidrios del autobús veía las caras burlescas de aquellas chicas quienes eran un año mayor que yo, creo que llore más por sus burlas que por la caída.

Después de que llegue a casa recuerdo haber estado en una llamada con quién aquel entonces era mi héroe, mi fortaleza y mi esperanza.

Recuerdo haberle dicho a mi padre que ya no podía hacer el conejito...(por cierto yo y mi padre le decíamos conejito a la acción de arrugar la nariz en repetidas ocasiones).

En aquellos momentos de mi vida era la niña más feliz, a pesar de estar sola socialmente y golpeada, siempre encontraba razones para ser feliz. Tenía problemas en casa, obviamente, mi vida no era solo una miseria en el colegio sino también en casa. Pero reitero, no conozco mejor época de mi vida que esa.

Mis lágrimas solo eran causadas por los golpes, simplemente era dolor físico, no recuerdo haber tenido un dolor emocional, siempre que me decían cosas de mal gusto me sentía mal, pero eso no eran suficientes motivos para dejar de mostrar mis pequeños dientes.

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