Seis

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Ahí estaba otra vez, huyendo de otra vida que pensó esta vez sí funcionaría. Estaban a la fuga los tres, y la sensación estaba en el aire.

Jungkook había cargado a tope el tanque de combustible y, una vez que pasó por Jimin en la estación de autobuses, no se había detenido ni una vez. Eunsol le había dado la dirección de su casa, para su sorpresa. La casa en donde se había criado junto con sus padres, la casa que años después en su adolescencia iría a abandonar.

Atravesaron pueblos en silencio, Jungkook solamente dedicándose a conducir y tratar de no pensar en toda la situación que estaban viviendo, Eunsol sentada a su lado, y Jimin en los asientos traseros.

Jungkook lo había visto varias veces a través del espejo retrovisor, encontrándose con la mirada perdida del chico. No había dicho ni una palabra desde que subió el coche, no sabía qué había sucedido entre él y Hoseok después de haber matado a Yoongi, pero tuvo que ser lo suficientemente malo como para haber quedado así de conmocionado.

Divisaron una casa de dos pisos, apenas iluminada con las farolas y la luz de la luna, todo a su alrededor cubierto de nieve. Jungkook redujo la velocidad a medida que entraba en el recinto, se veía más como una pequeña casa de campo.

- ¿Es esta?- le preguntó a Eunsol cuando frenó.

La chica miró por la ventana del vehículo, un aura de nostalgia envolviéndola- Sip.

- ¿Estás segura?

La castaña se dirigió a Jungkook con una expresión incrédula- Viví casi toda mi vida aquí, claro que estoy segura.

- ¿Es seguro aquí?- el pelinegro se giró cuando escuchó el murmuro de Jimin, aún luciendo asustado.

- Eso creo- Jungkook intentó tranquilizarlo, pero incluso él no sabía qué tan seguro era aquel lugar.

Apagó el motor del coche junto con las luces y se quitaron el cinturón de seguridad para bajar del vehículo. Sus pisadas en la nieve era lo único que se escuchaba mientras se acercaban a la solitaria casa, no había ni una luz proveniente de la misma, por lo que daban por hecho que no se encontraba nadie allí y podrían refugiarse por un tiempo hasta que pensaran en qué irían a hacer.

- Esto es horrible, ¿qué hacemos aquí- se quejó Jimin.

Eunsol bufó sin mirarlo- Lamento que mi casa de campo en el medio de la nada, donde nadie podrá encontrarnos, no colme tus expectativas. Imbécil.

Ella se acercó hacia las macetas, comenzando a buscar la llave de repuesto que sus padres solían dejar allí. Minutos más tarde fue Jungkook quien la encontró y se apresuraron para entrar, se estaban helando ahí afuera. La casa estaba sumida en silencio y oscuridad cuando entraron a la sala, Eunsol fue hacia el interruptor para encender la luz, dejando apreciar qué tan bien adornado y amueblado estaba el lugar.

- Es bonito- opinó Jimin, se había mantenido detrás de Jungkook.

- Me encanta que te guste- expresó con claro sarcasmo la chica.

- Ya cállense- Jungkook estaba harto de aquella disputa entre ambos, no había que ser un genio para darse cuenta que no se gustaban el uno hacia el otro- Lo que importa es que no puedan encontrarnos. Nos quedaremos aquí hasta que estemos bien.

- ¿Ah, sí? ¿Y cuándo será eso?- Eunsol estaba molesta. Cuando había llegado Jungkook a su departamento para que se fueran juntos no se había imaginado que aquella pequeña mierda engreída y egocéntrica los acompañaría también.

Jungkook estaba a punto de responder, pero entonces escucharon unos pasos desde el segundo piso- Quien sea que esté allí dentro, sepa que tengo un arma- dijo la voz de un hombre.

The Greatest //KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora