Dos días. Dos malditos e insufribles días. Es lo que llevaba Jimin sin tocar otra persona, sin tocarse a sí mismo o siquiera ver un par de pechos o penes por internet. ¿Que una semana era poco? Solo habían pasado dos días y ya sentía que se iba a morir.
Estaba asustado. ¿Por qué rayos le estaba sucediendo esto? Si seguía así no llegaría a cumplir la prueba de una semana, al menos no llegaría cuerdo. También se dio cuenta de cuánto le estaba afectando físicamente esta situación. Su estómago estaba cerrado, no había podido comer mucho estos dos últimos días. Cualquier bocado que probaba ya le producía nauseas y ganas de vomitar. Sentía su cuerpo contracturado y le dolía terriblemente la cabeza.
Nada de aquello era definitivamente normal.
Había estado intentando apagar el fuego que sentía por dentro charlando con Lisa, distrayéndose con ella, hasta la había invitado a tomar algo con tal de no estar en su casa solo donde podría romper su pacto de castidad. Pero en todos los lugares a los que iban, Jimin siempre terminaba desviando su atención hacia cualquier persona que le atrajera, o que lo mirara a él. ¿Por qué era tan malditamente difícil dejar estas malas costumbres de lado?
Estar en casa no ayudaba, salir no ayudaba. Solo en la biblioteca trabajando podía encontrar un poco de tranquilidad, solo porque no le quedaba de otra. Fue así que había solicitado hacer doble turno por el resto de esa semana. Mañana y tarde. La señora Choi estaba más que encantada con él.
Lo único malo de estar tanto tiempo allí era tener que esquivar a Taemin cuando iba. El chico iba a querer continuar con lo empezado la semana anterior y él estaba tan sensible que probablemente aceptaría cualquier cosa indecente que le propusiera si se lo cruzaba. Tenía que huir de él. Tenía que huir de sus propios deseos y pensamientos. En resumen, una tortura. Hasta ahora el chico alto solo había aparecido dos veces y se las había rebuscado para escapar de él en cada una de ellas.
Pero ese tercer día de abstinencia encontró a Jimin con sus fuerzas considerablemente disminuidas. No sabía cuánto más resistiría.
- Jimin, te ves terrible. - le comentó Lisa - ¿Seguro..que todo está en orden?
- Lo está. - mintió una vez más. Lo que sea con tal de no darle la razón a la chica con que probablemente esté sufriendo de una adicción.
- Bueno...Jungkook está donde siempre. ¿Hoy sí le vas a hablar?
Otro que había estado esquivando. Resultó que intentar acercarse a él de forma amistosa era más difícil de lo que creyó. No sabía de qué rayos hablarle al chico. Era complicado cuando no tenían nada en común.
Y entonces lo vio, Teamin entrando por la puerta principal. Maldición, se dijo a sí mismo.
- Voy a ir ahora. - le contestó a su amiga intentando ocultar su desesperación.
Se apresuró y se alejó antes de que el otro lo viera. No quería ir a hablar con Jungkook pero no tuvo opción. Además quizás si Taemin lo veía hablando con otro chico no tendría el coraje para acercársele y él no caería en la tentación. El problema era que el maldito Jeon Jungkook era un tentación en sí también.
El rubio se sintió acorralado. Bueno, al menos el menor no le propondría tener sexo esa noche.
- ¿Jimin? - la voz de éste le hizo sobresaltar. Jimin estaba parado enfrente suyo sin decir nada, parecía que su mente volaba por otra parte. El pelinegro no entendía qué ocurría. - ¿Sucede algo?
- Sí, quería… - pensó rápido una excusa - Decirte que tu préstamo para un libro se venció hace un día y no lo has devuelto.
- No es cierto. - negó Jungkook. - No he sacado ningún libro, he estado estudiando de mis propios apuntes. - señaló las hojas en su mesa.
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Adicto - Kookmin
FanfictionJimin es un joven que trabaja en una biblioteca y aparenta ser alguien tranquilo y normal. Pero lo que nadie sabe es que sufre de una secreta adicción al sexo que al principio ni él mismo logra reconocer. Solo Jungkook, el chico menos pensado en su...