Parte 3

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Deseaba fervientemente que el invitado de su padre se marchara lo antes posible.

Cuando le vio junto al lago, ella estaba completamente desnuda y no habría podido vestirse si el la hubiese seguido mirando.

La removía las entrañas.Sabia de que se trataba, pero no podía permitirse caer en la tentación. No podía repetirse.Ni con él, ni con otro. Además este era excesivamente apuesto y sabedor de ello.

Moreno, tanto de tez como de cabello

.Alto. Tanto que saldrían dos Melanis de el.

Fuerte, tanto de carácter como físicamente.

Elegante, tanto es sus modales, como en su forma de vestir, concediéndole a su vez, una engañosa fragilidad masculina, de la que sin duda sacaba partido.

Un golpe en la puerta, la saco de sus peligrosos pensamientos.

-¿Puedo pasar?

-¿Qué haces aun despierta y levantada?

-Ulriz sigue abajo.He venido a advertirte.

-¿De que?

-Lazar se ha fijado en ti.

-¿Fijado?

-Por favor Al. No puedes ser tan ingenua. Te mira como un hombre mira a una mujer.

-Que mire todo lo que quiera. Papa sabe que no estoy en el mercado.

-Solo quería decírtelo.

-Gracias.

Abrazo a la hermana que insistía en querer protegerla de todo y de todos, a su manera, por supuesto.

-¿Qué haces aun de pie? Ambas sois unas insensatas. Tienes que cuidarte más y tu tienes que obligarla a hacerlo.

-Tienes razón ¿La acompañas?

Beso en la mejilla a su cuñado y les cerro la puerta en la cara a los dos.

Lo cierto era, que en un principio no estaba de acuerdo con Mel en la elección de marido.Le consideraba un poco rudo, pero una vez que le conoció mejor y vio como se comportaba con su hermana, tuvo que aceptarle sin reservas.

Unos golpes en el cristal de la ventana, atrajeron nuevamente su atención.

Fuera, todo era oscuridad y tuvo que esforzarse para descubrir al causante de las piedrecillas en el alfeizar.

-Hoy no has venido en todo el día.

-Tenemos un invitado y papa insiste en que este con el todo el tiempo.

-¡Vaya¡

-Si me esperas iré un rato.

Escondido tras la columnata, había observado y escuchado todo lo acaecido.Según parecía, la blanca paloma, no lo era tanto.

Nuevamente le asombro, cuando la vio descolgarse desde la ventana a una rama, del no muy cercano árbol y de allí, fue bajando hasta tocar el suelo.

-¿Te traigo tu caballo?

-No. Si lo hicieras, papa sabría mañana de esta escapada y ya sabes lo que opina al respecto.

Apenas iba vestida, pero suponía que eso no les importaba demasiado.¡Maldita sea¡ Era demasiado tarde para reclamar las atenciones de alguna criada.

Desde la oscuridad de dentro del salón, estuvo espiando la vuelta de la joven.Apenas habían pasado un par de horas, cuando la vio aparecer. Según parecía iba a subir de nuevo por el árbol.

-¿No desearía entrar por aquí?

Ella le miro asombrada.No quería que la hiciera preguntas.Paso dentro del salón, manteniéndose alejada de el.

-Yo puedo despistar al sirviente de la escalera. Pero eso naturalmente tiene un precio.

-¿Ah sí? ¿Cuál?

-No sé ... Quiero que hagas conmigo lo mismo que has hecho con ese hombre de ahí fuera.

Ella se lo pensó un par de segundos.

-Esta bien. Solo aclararle que no se trataba de un hombre, sino de un joven. Primero su turno.

Lazar salio unos minutos y luego volvió a entrar.

-Estará alejado al menos un par de horas.

-Bien. Siéntese en el sofá.

Ella busco un tintero, una pluma y una trozo de papel, escribió algo y se lo puso delante.

-Repítalo hasta que le salga perfecto. Aunque yo pensaba, que un hombre de su posición sabría escribir.

Le dejo mirándola entre asombrado y enfadado.Al llegar a la mitad de la escalera, fue alcanzada por una increíble carcajada masculina.

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