Capítulo 1: Es hora de que trabajes.

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- Mamá ¿Porque tengo que hacerlo? solo tengo 12 años y tengo miedo - pregunté tristemente no quería pero ya sabía la respuesta que tendría para mi.

- Porque yo lo digo y punto. Soy tu madre y tú me tienes que obedecer, yo te amo como tú a mí ¿no? Seamos una familia feliz, yo que tú quieres y yo quiero, sólo tienes que hacerme caso y nada más - dijo mi madre con una hermosa sonrisa falsa en la cara e hipocresía en sus palabras.

- Está bien madre, haré lo que quieras cuando tu quieras sólo para que estés feliz y madre te amo - dije abrazando a mi madre con todo el amor que le podía entregar en ese momento era un amor tan puro y sincero como nadie se imagina la vida.

- No me toques, me das asco y deja de ser una mierda cínica, ten muy claro que todo lo que te pasa en esta vida es tu maldita culpa por nacer - dijo la misma mujer que hace un rato decía amarme y quererme, también lo decía cuando simplemente era una niña pero el asco que muestran su rostro hizo que me diera cuenta que nunca me amo y nunca me quiso, como ella tanto decía, así que sonreír.

- No puedes seguir soñando lo mismo Daiara, Ya basta - dije para mí misma justo después de despertar, ese horrible recuerdo viene a mí cada noche en mis sueños o mejor dicho mis pesadillas.

Hoy a mis 13 años, llevo un año haciendo de prostituta, si oyeron bien... una prostituta  ¿Cómo llegué a esto? Fácil un día me padre y madre se cansaron de mantenerme con 12 años lo único que dijo mi padre fue "esa hora de que trabajes".

- Levántate tienes que ir a clases y después que llegues a casa tienes que ir con José. Tú ya sabes quién es, ya sabes que tienes que hacer - dijo mi madre desde la entrada de mi habitación.

- Esta bien, pero otra vez él. Por favor te pido que con él ya no más me hace cosas horribles y con el perdí mi virginidad mamá fue espantoso - dije con lágrimas en los ojos, José era un sádico que no sabía nada más que jugar con mi cuerpo infligiendo dolor con juguetes sexuales ya que con su clase de miembro tan pequeño no podía hacer nada, y eso es su mayor tortura.

- Olvídalo él es el que sigue pagando la misma cantidad de dinero que pagó la primera vez y eso es mucho, y sea horrible o no tienes que aguantarlo o de 5 hombres diarios pasarán a 8 decides - dijo mi madre la cual a pesar de todo lo que me había llegado a ser la seguiré amando como siempre.

Nacida para la desgracia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora