Iba Ari volviendo del gimnasio, subiendo el ascensor para ir a su piso. Al llegar a su planta se encontró con su vecino, quien disponia a coger el mismo ascensor para bajar. Solo cruzaron un saludo y la pequeña chica bajo la mirada, tanto para mirarle el paquete como para no mirarle a él, cuando ya paso al lado de él, se giro un momento para ver su trasero:
- Un 8, ni tan mal - dijo ella en voz baja.
-Perdona, ¿has dicho algo? - le preguntó él.
Ella avergonzada bajó la mirada y se fue corriendo a su puerta torpemente abriendola con la llave.
Sacó una tableta de chocolate y abrió Instagram, quiso saber más sobre el vecino, pero no sabía ni su nombre. Entonces una neurona dió su ultimo suspiro para darle la idea, ver su nombre en el buzón. Despeinada, en pijama y con pantuflas de pikachu, bajó corriendo las tres plantas por las escaleras.
-¡Aja! ¡Es Vicente! - lo buscó en el móvil, no tardó en encontrarle, pero de repente estaba el detras suya preguntándole si puede dejarle pasar.
No podía creer como era capaz de cagarla tanto, se fue casi volando a su casa y se asomo por la ventana de la cocina por si le veía. Se peinó un poco y miraba de reojo cada 2,3 segundos.
No venía y ya que estaba ahi pues aprovechó para hacerse una sopa, se agachó para coger el cazo y al darse la vuelta estaba Vicente contemplando su trasero embobado, ella se percató entonces intento elegir una postura donde le favoreciera verlo, antes de irse de ahí le hizo un gesto de "llamame" al vecino y un giño pícaro.