En una esquina escondida

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Las ajetreadas calles de Nueva York zumbaban por los ruidos de los automóviles y el murmullo de la gente que salía de sus trabajos

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Las ajetreadas calles de Nueva York zumbaban por los ruidos de los automóviles y el murmullo de la gente que salía de sus trabajos. Caminando por la acera, una joven de pelo ondulado, corto y castaño, podía sentir el frío viento colarse por la tela de su bufanda, el primer indicio de que el invierno ya se acercaba. El sol reflejaba pequeños destellos dorados a su alborotada cabellera que parecía danzar con el viento.

Ansiando llegar a su destino, caminó un poco más deprisa, esquivando a las personas que iban delante de ella. Cuando finalmente lo hizo, abrió la puerta del local y unas campanillas tintinearon al hacerlo. El aroma a café recién hecho inundó sus fosas nasales y la calidez del interior le brindó cierto alivio después de sufrir las inclemencias del viento.

Cerró la puerta tras de sí y suspirando se dirigió a "su mesa", un lugar en la cafetería que se encontraba apartado en una esquina, cerca de una enorme ventana.

A Genevieve le gustaba esa mesa en particular, pues le permitía esconderse de alguna manera de las miradas curiosas de los clientes, así podía dibujar lo que veía y a la vez, desviar la mirada hacia la calle cuando no estaba dibujando.

La chica dio unos pasos pero apenas lo hizo, notó su mesa de siempre ocupada. Un joven de pelo cobrizo tomaba plácidamente un café y miraba por la ventana.

«Genial» pensó, dando un suspiro. Había tenido un largo y estresante día en su trabajo, por lo que le apetecía relajarse y dibujar algo, pero aquel joven parecía no tener intenciones de abandonar el lugar demasiado pronto.

Resignada, dio media vuelta para buscar con la vista otra mesa que le pudiera ser de utilidad. La cafetería estaba medio vacía, lo que era habitual a esas horas de la tarde. La muchacha dio finalmente con un lugar en la esquina opuesta, así que se encaminó hacia ahí. Tomó asiento, descolgándose su mochila y desenrollándose la bufanda. Justo en ese instante, Genevieve sintió que alguien se acercaba.

—Lamento que tu mesa esté ocupada hoy, Gen —la chica volteó su vista hacia el joven. Al verlo sonrió.

—Está bien, Adam —Genevieve volteó en dirección al muchacho, cuya mirada parecía perdida en el exterior que se observaba por la ventana —técnicamente no es "mi mesa" —Adam rio, haciendo que en sus mejillas de piel apiñonada se formaran un par de hoyuelos.

Adam se pasó una de las manos por su cabello lacio y negro para después, sacar una libretita de su delantal,  dispuesto a anotar la orden de la muchacha.

—¿Quieres que te traiga lo de siempre? —preguntó Adam,  —¿o quieres algo de comer? —sugirió.

—Creo que sólo tomaré un café —respondió ella. Se sentía fuera de lugar al no estar en aquella mesa, pero en verdad le apetecía un poco de café.

—Muy bien, ya sale —el chico le guiñó un ojo y se dirigió a la cocina por el café. La chica observó a Adam desaparecer por la puerta de la cocina y sonrió agradecida de haber entablado una amistad con él y con su novia, Juliet.

Stay with me (Quédate conmigo)Where stories live. Discover now