Más Amor.

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Diez días después volvimos a hacer el amor.
Fue otra vez en su casa... en su habitación... en su cama.

Esa vez no me interesé tanto en lucir tan bien, sino más bien, más cómoda. Claro que estaba limpia, depilada, y arreglada. Llevé unos jeans más flojos que la primera vez y una blusa de cuadros floja también.

Nos vimos en el centro de nuestra ciudad, él aún no tiene carro propio, así que para llegar a su casa debemos tomar un autobús, ese día lo tomamos en el estacionamiento de buses. Cuando nos subimos estaba casi vacío, así que para tener un poco más de privacidad, aprovechamos y nos sentamos hasta atrás, donde casi no se sienta nadie. El bus tardó unos minutos en salir del estacionamiento, tiempo que aprovechamos para darnos unos que otros besos calientes y juguetones. Durante el camino, ya que no iba nadie hasta atrás, salvo nosotros, nos fuimos manoseado, me refiero a que de vez en cuando yo acariciaba suavemente su pene por encima del pantalón, se sentía súper suave, me encantaba, me encantaba sentirlo así, dormidito y suavecito. Él por su lado, abría mis piernas con sus manos para acariciar mi sexo por encima de mis pantalones también. Era tan excitante besarnos y tocarnos en un bus público. ¡Quería llegar a su casa ya!

Esta vez, cuando estábamos por llegar a su casa no me sentí tan nerviosa como la primera vez.
Cuando entramos, la chica de la limpieza estaba aseando el cuarto de la mamá de él (quedaba al lado del de él), estaba de espaldas, así que no me vio entrar.

Mis ganas de hacer el amor, de verlo desnudo y de que nuestros cuerpos se unieran formando uno solo eran tremendas. Ya conocía su cuarto, así que lo primero que hice cuando cerró la puerta detrás de mí fue besarlo y quitarle la playera, él poco a poco me iba desabotonando la blusa, lo tumbé en la cama, le quité los zapatos, el pantalón y de paso de una vez el bóxer, dejando al descubierto su gran y erecto pene.
Dejando el pantalón en el suelo estaba, cuando se levantó, me agarró de la cintura y me recostó sobre su cama para hacer lo mismo, me quitó los tenis y el pantalón, me dejó solamente en ropa interior. Se sentó en la cama y me coloqué sobre él, de manera de quedar frente a frente (me encanta estar así con él), rodeé su cuello con mis brazos, mientras él posicionaba una de sus manos en medio de mis nalgas y otra en mi cintura, nos besamos apasionadamente como si no hubiese un mañana, su lengua se unía con la mía, era un beso francés exquisito, besaba, succionaba y mordía sus labios, cada que lo hacía él soltaba un: - mmm...
Sin separarnos, nos hicimos para el centro de la cama para estar más cómodos.
Yo seguía besándolo, mientras él quitaba mi sujetador y mis bragas. Cuando al fin estábamos completamente desnudos, uno sobre el otro, acercó su cara a mis senos y los besó tiernamente, mientras sus manos trabajaban acariciando mi redondo trasero.
- ¡Mmm... Aaahh! ¡Se sentía tan rico! Sentir sus labios y lengua en mis pezones, poniéndolos muy erectos, cómo su boca devoraba por completo mis senos. Lo único que podía hacer era hundir más su rostro contra mis pechos, echar mi cabeza hacia atrás, cerrar mis ojos y disfrutar de ese placer, mientras mis caderas se movían lentamente de atrás hacia adelante, rozando su pene con mis labios vaginales.

Para ese entonces ya estaba súper mojada.

La vez pasada nos había costado trabajo que su pene entrase en mí, debido a lo grueso que es y a lo estrecha que soy, pero nos dimos cuenta que la estimulación y la lubricación habían sido clave.
Descubrí que la mejor manera era que yo estuviera sobre él para controlar el ritmo en el que iba a entrar para que no me lastimara; y así estábamos.

Empezamos de nuevo rozando nuestros sexos, él con sus manos sobre mis caderas, me movía de atrás hacia adelante, sentía cómo su caliente pene se mojaba con mis fluidos, cómo se deslizaba tan fácilmente por en medio de mis labios vaginales.
Cuando ya estaba lo suficientemente excitada y lubricada, tomé su pene con mi mano y lo posicioné en la entrada de mi vagina, poco a poco fui bajando, veía su rostro, veía cómo cerraba los ojos del placer, escuchaba su:
- ¡aaah... !
Su: - ¡qué rico mi amor! - cada que su pene se enterraba más en mí.
Ambas veces había permanecido con los ojos cerrados mientras él entraba en mí, así que no veía mi rostro, no veía como yo fruncía el ceño y lo miraba mientras él entraba, cómo me mordía los labios de placer cuando lo sentía más y más adentro. Lo veía, lo tenía completamente dentro de mí.
- Me encanta sentirte adentro. - Me decía con voz excitada. (Durante el tiempo que hacíamos el amor, él era el que más hablaba, yo soy un poco más callada, lo que más hago es gemir)

Ya teniendo su pene adentro de mí, empecé a moverme como de costumbre, adelante y atrás, lento, luego rápido, rápido un poco más y más rápido, después en círculos, apretando mis paredes vaginales para sentirlo más, para apretar más su pene, la mayor parte del tiempo sus manos permanecieron en mi trasero y en mis caderas, de vez en cuando las subía hasta mis pechos, los masajeaba y los besaba.
Me encantaba esa sensación, sentir sus brazos y manos rodeando mi estrecha cintura, sus labios sobre mis senos, su lengua en mis pezones y su pene saliendo y entrando en mí, así... sentía que tocaba el cielo.

A los minutos, cambiamos de posición, esta vez yo estaba acostada boca arriba y él de rodillas ante mis piernas abiertas, abiertas para él, agarró su pene y lo introdujo de golpe.
- Aaaah... Se sentía tan rico, lo podía sentir tan bien, incluso más que en la posición anterior.
Él entraba y salía de mí con rapidez, me tomaba de las caderas para acercarme más a él.
Yo solo gemía:
- ¡Aaaah... Aaah.. Aah! Mmm... ¡Me encantas!
Yo... Me mordía los labios, cerraba mis ojos y acariciaba mis pechos del placer, ¡Aaaah, qué rico!

Se paró fuera de su cama y me colocó en cuatro, me preparé mentalmente porque sabía que en esa posición iba a sentir muchísimo más su pene.
Tomó mis caderas e introdujo su pene poco a poco, ¡mmm... Qué rico!
Empujaba su pene contra mi vagina, entraba y salía, rápido, rápido... más rápido y duro. Sentía sus bolas chocar contra mis nalgas en cada embestida.
Yo lo estaba disfrutando, me tenía en cuatro ante él, mi trasero bien levantado, mis codos bien apoyados sobre la cama y mi rostro hundido en las almohadas, tenía toda la vista de mi trasero solo para él, podía hacerme lo que quisiera.
Mientras sus bolas chocaban contra mí, no podía parar de pensar en que ya quería comermelas, ¡quería hacerle un sexo oral ya!

Y eso hice, se acostó sobre su cama y me incliné hacia en frente de él para chupársela, lamí todo el largo de su pene con mi lengua, desde la base hasta la punta (como cuando lames tu paleta favorita), hice círculos en la punta con mi lengua mientras lo miraba a los ojos, sus ojos me decían: "¡cómelo, cómelo todo que es tuyo!".
Me lo introduje en la boca y lo tomé con una de mis manos, su pene entraba y salía, podía ver lo venoso y rojo que estaba, no me cansaba de mamárselo. Lo masturbaba con mis labios, lo besaba, lo lamía, lo chupaba... Estaba ¡Aaaah...! Estaba mamándoselo.
Él me había comentado que nunca tuvo sexo con su última ex, ¡no sexo por poco más de dos años! ¡Rayos, de lo que se perdió la ex! Él tiene un paquete demasiado bueno como para no disfrutarlo, ¡y ahora lo estaba disfrutando yo!
Su pene simplemente es fenomenal, estoy enamorada de ese falo.

Me volteó, quedé acostada boca arriba, abrió mis piernas con sus manos y me hizo un breve sexo oral, su lengua y sus labios estaban calientes, mmm... ¡Qué delicioso lo hace! Cómo sus labios trabajan en mis labios del sur, cómo mueve esa lengua... Aaaah, delicioso, me encanta, me encanta cómo lame todos mis fluidos y deja mi sexo impecable. Es indescriptible tan rica sensación.

Así mismo se arrodilló en la cama frente a mí, empecé a masturbarlo con mi mano, quería que se viniera ya, quería ver su semen sobre mis pechos o sobre mi abdomen.
Luego lo hizo él, se masturbó frente a mí, mientras yo tocaba mis senos, los masajeaba, tocaba mi clítoris... Aaah, esta muy excitada, ¡qué rico! Yo pellizcaba mis pezones mientras lo veía masturbarse, aceleró el ritmo de su mano mientras gemía:
- ¡Aaah, aahh... Ya casi... Aaaah!
Y de repente... ¡mmm...! Su pene expulsó su leche sobre mi abdomen, era caliente y blanco, ¡qué rico!
Amé que terminara sobre mí. Quería restregar su semen sobre todo mi abdomen y senos, pero no quería manchar su cama, así que, me quedé con las ganas de hacerlo (será para una próxima).
Me dio un beso tierno en los labios, se levantó y fue por toallas. Me vio limpiarme, estaba exhausto.
Nos vestimos, esta vez, cada uno lo hizo solo. Antes de salir de su cuarto, me abrazó por detrás, me besó, me dijo lo hermosa que estaba y lo bien que lo había pasado. Me obsequió unas papalinas y unas gomitas, ese hombre sabe cómo hacerme feliz (aparte de hacerlo con un buen sexo), nos besamos por una última vez y salimos de su casa.

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Cuéntenme qué les está pareciendo, si quieren que sea más expresiva o algo así, cualquier crítica constructiva es bienvenida.
No sean tímidos, los leo.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2020 ⏰

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