Lo primero que percibió fueron unas voces hablando al lado suyo. Luego, que se encontraba sobre una estrecha pero mullida y cómoda superficie de la que no querría incorporarse. A eso le siguió la necesidad de desperezarse, más sin despegarse del lugar. Entonces, los últimos recuerdos se agaloparon en su mente y abrió los ojos exaltado. Con lentitud se sentó y movió su vista en su entorno. A su lado, el hermoso chico que lo había empezado a seguir charlando con una mujer linda pese a sus pintas de mayor, dejada y algo pasada de peso como él, además de su expresión de amargada y apariencia de doctora. Estaba en una habitación rectangular amplia sin mueblería ni decoración; había una puerta a unos metros frente a la cama y después, un poco más cerca, otras dos a ambos lados de la cama que, con solo verla aún en su posición se notaba que no era costosa desde la madera hasta las sabanas de seda, pasando por su tamaño (plaza y media) y el suelo alfombrado en que se hallaba.
Se avergonzó cuando notó que estaba siendo observado todavía por las otras dos personas; se sonrojó y bajó su mirada. Susurró, tímido, "Esto... ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?". Jugo con sus dedos pulgares esperando una respuesta. Además de la situación, ¿qué hacía el atractivo chico que misteriosamente lo había comenzado a seguir? ¿Por qué lo estaba mirando tan fijamente? ¿Estaría aguantando las ganas de vomitar que le causaría verlo en vivo? Él no lo creía porque se pensaba el ser menos fotogénico, pero tal vez no era así y en las fotos no se veía tan mal como era, el otro guapo buscaba algún polvo fácil y ahora se estaba arrepintiendo.
Con fuerzas sacadas de no sabía dónde, porque era el marica más sensible y débil del planeta, alejó las lágrimas que amenazaban con empezar a arremolinarse en torno a sus ojos.
Si se hubiera dignado a levantar la mirada como tanto quería decirle Elías, incluso él habría notado la preocupación que exudaban sus ojos.
La doctora suspiró nuevamente, cerrando sus cavilaciones mentales e interrumpiendo el incómodo momento con su voz.
"Bueno, chico, no sé tu nombre pero, sin querer ser brusca, tampoco es muy importante ahora mismo. Siendo lo más breve y objetiva que me es posible, te desmayaste debido a malnutrición y actividad física que te resultó excesiva. Considerando por tu piel fofa, tu brusco adelgazar reciente influyó; solo puedo sugerirte el mejorar tu alimentación. No dejes de comer y hazlo adecuadamente; lo mismo con el ejercicio".
Teonas frunció el ceño. ¿Qué clase de doctora era esta? Era evidente que tenía que bajar de peso y bien decían todas las mujeres adultas medianamente sabias que la única forma de hacerlo era cerrar la boca y mover las cachas.
No obstante, se abstuvo de opinar y soltar en voz alta su postura al respecto, fingiendo prestar atención a la confusa explicación profesional que procedió a a decir la doctora.
No contaba con ni sabía que de los presentes uno lo conocía bien y lo quería en profundidad. Tampoco tardaría mucho más en comprender el vuelco que daría su vida en ese momento.
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Nota de autor:
Estaba realmente inseguro sobre publicar esto. Pero desde que comencé la universidad, en mayo, no me hice el tiempo de sentarme a planificar historias con propiedad.
Así que no tenía nada más preparado, como para cambiar el rumbo de la historia a partir de este punto, en contraposición con mis intenciones iniciales en esta edición de la historia original.
El resultado de esto es: trabajaré desde las vías de lo trabajado en esta obra la primera vez que la publiqué esta obra por un breve tiempo más. Pero me gustaría leer sus opiniones, comentarios e ideas. De no ser así, es posible que ponga la ficción en pausa nuevamente.
Sinceramente espero no tener que cancelar esto, aunque no sé si alguien seguirá leyendo como para evitarlo.
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Llámame Papi, chico lindo
عشوائيTeonas Asriel es un gordito de estructura menuda y huesos pequeños; tímido e inseguro, se odia a sí mismo pero nadie parece percatarse o tomarle importancia, hasta que entra en su vida de forma inesperada Elías Vázquez, uno de los compañeros de escu...