Era el ángel más bello de todos.
No es como si le faltara la confianza del Todopoderoso; él era brillante, hermoso, divino, vivía en los jardines del Edén y cumplía con sus tareas. Al universo le llevaba justicia y luz. Nadie habría imaginado que Lucifer, el estudiante estrella de Dios, iba a ser el primer pecador.
Lucifer era orgulloso, y se quiso anteponer a su creador. Se partió la espalda para llegar a la cima, porque sabía que Dios era el único capaz de detenerlo y, si era la bondadosa deidad que decía ser, no lo haría. Lo dejaría tocar las estrellas, lo dejaría al mando, mientras él tomaba un descanso. Lucifer ancló sus garras en el risco, junto a sus fieles admiradores, buscando la grandeza, pero antes de poder reaccionar, fueron derribados y desterrados a las penumbras.
Había una cosa que, sin embargo, Dios no podría cambiar: no todos los demonios cayeron en el infierno.
Doce demonios fueron depositados en la Tierra para infiltrarse en la carne humana y destruir al proyecto más preciado de Yahveh. Sabía que la única forma de conseguir tropas era haciéndoles rebelarse ante su Dios, lo único que su Padre le daría eran las sobras de los hombres y mujeres que nacieran, y le dolió con el alma hospedar a personas capaces de monstruosidades en el único lugar en el que se podía esconder. Le avergonzaba formar parte del grupo de almas más impuras del universo, que el único trono que tenía fuera el del infierno.
El dolor, sin embargo,se transformó en rabia. Y Lucifer, en su sabiduría, descubrió que la rabia era una de las mayores motivaciones de los seres humanos, ¡si Gabriel supiese lo sedientos de venganza que estaban! Las almas que habían criado con tanta dedicación y recelo se levantaban en su contra, por obra y gracia del ángel de la luz. El dolor se volvió rabia y, la rabia, poder.
Su tropa creció, ¡y vaya que creció! Los seres humanos eran, en efecto, unas máquinas del pecado y el Todopoderoso un tonto, por creer en su potencial. Le faltaba tan poco, que la victoria parecía una resbaladiza copa, escapándose, por poco, de sus manos.
Le faltaba tan poco, ¡tan poco! Tan poco. Llevaba milenios sin sentir la adrenalina que brindaba el triunfo, no estaba dispuesto a renunciar, y El lo sabía. Lo amaba, a pesar del terror que la abrumaba cuando estaba tan cerca de conseguir lo que quería. Lucifer era, a veces, violento con sus hermanos, condenados a sobrevivir en la Tierra.
Lucifer era perfecto y lo sabía. Sabía que Dios temía de él y de que fuera lo suficientemente perfecto como para quitarle el poder, porque Dios no era perfecto. Dios era un ciclo vicioso de hipocrecía, cosa que él no era. Él era el ángel más bello de todos, era perfecto y le faltaba tan poco.
Eleven no estaba en posición de renunciar, no cuando él estaba así, no cuando sabía que Dios no le perdonaría. Sus alas están rotas desde que llegó a la Tierra, habían sido malditas y no merecían dejarle volver al paraíso. A veces, El pensaba en el Padre y tenía ganas de llorar.
Aún así, se espabilaba y volvía a su trabajo, porque habían cosas que no podía resolver, pero sí podía cumplir las tareas del Diablo. Faltaba poco, valdría la pena.
Haría del infierno un lugar digno para Max, hasta que se adueñaran del jardín el Edén de nuevo.
. . .
hola¡¡ ésta es una propuesta. no tengo la idea súper desarrollada, pero quería hacer una historia elmax desde hace tiempo y tuve esta idea. creo que también tendrá lumax, porque los amo akdkdk.
necesitaba salir de la rutina de byler y reddie lol.
¿qué les parece?
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jardín de edén | elmax
Fanfiction✧ ཻུ۪۪ | El le prometió a Max el infierno y, a largo plazo, el paraíso.