Sinopsis

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Georgina y Raymond Richards, dos cónyuges quieren tener hijos, su sueño se derrumba cuando descubren que Georgina es estéril. Esto los lleva a buscar segundas opciones, pero la mas favorable fue la de adoptar. Así comienza su búsqueda desesperada y llena, llena de amor.

En el 2010, la pareja Richardson tomó la determinación de elevar su relación al siguiente nivel. Sabían que no sería sencillo, pero se arriesgaron a darlo todo por el amor que sentían entre ellos.

Georgina venía de una familia demasiado religiosa, ellos tenían temor profundo a Alhá, un Dios turco que la mamá de Georgina había conocido en un intercambio que había tenido al respectivo país.

En cambio, la familia de Ray era proveniente de las calles de barrios bajos, él tenía al rededor de seis años cuando se conocieron. Él la vio y se acercó a hablarle. Era una niña bonita. Se conocieron en una calle, la mamá de Ray había ido de compras por su bono de navidad. Sus madres se comenzaron a discutir porque ambas querían un adorno, el último que quedaba de su tipo. Ray tuvo que forzar a su madre a dejar el maldito adorno, eso le costó una buena golpiza se su padre al llegar a casa. Luego de muchos años ellos volvieron a verse, Ray y Georgina ya tenían doce y catorce años, no sabían que de pequeños ya se conocían.

Ray, nacido en el 84' y Georgina en el 86'. Como adolescentes pubertos las hormonas llegaron antes y comenzaron a besarse a escondidas de sus profesores en los pasillos del colegio. Un día, la mano de Raymond subió la falda del uniforme y como si su maestra y el universo conspiraron en su contra, la maestra de Georgina llego y los vio.
Año 2000.

¿Qué es esto, Georgina? No es lo que te hemos enseñado—Hablaba la señora Grismoon, la madre de Georgina. Estaban al frente del director del colegio al que iban ambos chicos—. Cuanto lo lamento, Director. Haré lo que sea por corregirle. Usted ya sabe como son los niños, Madonna, Eminem, todos esos irrespetuosos le enseñan cosas malas a los niños.—La señora Grismoon era una mujer refinada, con rostro de mujer algo mayor, al rededor de cincuenta años. Llevaba una falda color rosa pastel y una camisa blanca. Parecería ser una señora que trabajaba en una secretaria. Pero no, su esposo le proporcionaba todo en su casa. Era una mujer estricta, había tenido tres hijas mujeres, rectas, diputadas, no dejaría que la cuarta sea distinta.

—Señora. Comprendo, no se alarme. Aquí está presente el niño que le proporcionó el beso a su hija.

Un tímido Raymond se asoma a la dirección acompañado de la mujer con la que la señora Grismoon se había peleado en la calle hace ocho años— Ah, es ésta mujer. No me sorprende— Habla con desagrado Tina Nox, la madre de Raymond.  A diferencia de la señora Grismoon, ella tenía una cara de al rededor de treinta años, sin una pizca de maquillaje, llevaba una calza negra con estampado de rosas rojas y tacos plataforma, su pelo en un desacomodado moño—. Usted me golpeó por un jarrón de navidad hace ocho años. Maldita sea. Por su culpa mi esposo me abandono. ¿Sabia eso? Con razón su hija es una restregada y se quiere acostar con mi hijito. Mi único bebé.

— Ja, qué maleducada- Mandy Grismoon toma palabra—.  ¿Llamas a mi hija promiscua? Si tu parece que tuviste a tu hijo a los... ¿Dieciséis? ¿Diecisiete?. Simplemente eres una hipócrita. Al menos mi esposo no se presentó porque trabaja.

—Mamá- Los ojos de Ray se posaron en la señora Grismoon. Que irritable pensó—. Ya basta, no lo sigas.

—Bien. Ya que el señor Grismoon y el señor Richardson no están presentes, procedamos— el director comienza a hablar hacia las madres—. No estamos en contra de los besos a escondidas, sabemos que es normal en los niños de hoy. Pero la falda de su hija estaba levantada- Habla a la señora Grismoon—...Y el niño, tenia sus manos adentro.

—¡Eso no fue asi!—Dijeron al unísono los dos adolescentes.

— Mire, Profesor, nosotros nos besabamos pero nada más.- Justificó Georgina—. No lo dejaría tocar mis partes privadas, madre— Se dirige temerosa a su respectiva mamá. La señora Grismoon había sido muy correctiva con Georgina, le daba castigos de trece horas encerrada en un cuarto lleno de espejos. Sí, estaba a desquiciada.

— Genial. Porque si ese chico te deja embarazada tendrás que casarte con él y si llevas su apellido dejarás de ser mi hija—Amenaza fuertemente Mandy.

— Ja, ser nuestra familia es lo mejor que le podría pasar, señora... Grismoon. Además, son adolescentes. No saldrán toda la vida para casarse.

Pero las palabras de la señora Nox no eran reales, puesto que diez años después ellos estaban construyendo su hermosa boda. La mamá de Gina, dicho y hecho, no se apareció por su boda. Estaba furiosa, su hija, su única hija, se había recibido de Ciencias de comunicación. Una carrera para su vista, horrorosa. Las tres hermanas de Georgina habían estudiado Ciencias Políticas y Abogacía.

Por su lado, Raymond, había estudiado Ingeniería Industrial, se había recibido dos años antes que Gina, puesto que él era mayor auge su novia, ambos hacían todo juntos, se tenían confianza el uno al otro, eran tan distintos y discutían tanto algunas veces, como cuando Ray rechazo una universidad Americana para quedarse en Inglaterra con ella.

Su cabello enrulado y pelirrojo caía por su goteada frente, estaba haciendo su turno en la cafetería que solía trabajar durante Junio, julio y agosto de los últimos seis años.

—Podrías habérmelo consultado, ¿No?––Decía mientras amazaba con fuerza el pan que debía hacer.

— Es MI vida, Gina, eres mi novia y futura esposa, pero debes tener en cuenta que graduarme en América no me hace mejor persona— Justifica el rubio. Ella deja de amasar para posar sus ojos mieles en los ojos color café se su comprometido, mientras limpia el sudor de su frente con el antebrazo.

—Raymond, sabes que siempre he querido conocer estados unidos

— También quieres conocer Italia y esta aquí, en esta parte del mundo.— Habla él. No trabajaba en ese lugar, pero cada tarde, luego del trabajo, iba a ver a Georgina.

— Ya basta Ray. Mejor que olvidemos eso. Cuéntame del trabajo.

una amplia sonrisa aparece en el delgado rostro de Ray— ¡¡Me ascendieron!!— Ella se pone muy feliz.

—Ray, te felicito tesoro- Lo abraza fuerte—. Sé que llegaremos lejos.

—¡¡Grismoon, acabó tu turno!!—Ella se saca el delantal automaticamente y sale del restaurante junto al amor de su vida.

_Día después de la boda_

—Diantres, no puedo ni moverme— Suelta un quejido.

— Amor, ni siquiera fui tan duro contigo — Ray Bromea. Ella solo se ríe un poco. Se mira en el espejo mientras se quita con agua el maquillaje que le había quedado de la boda. Estaban en el apartamento de Raymond. Puesto que aún no se habían comprado una casa. Gina comenzaba a trabajar en septiembre. El sueldo de recién llegado de Ray no ayudaba en nada

—Oye, en unos años podríamos irnos de luna de miel–Ella también Bromea, pero Ray se queda serio.

— Escuchame. No nos fuimos de luna de miel  porque yo... compre una casa–Gina lo mira incrédula.

— ¡¡Amor!! Eso es genial pero... ¿Dónde?– Él se muerde las uñas.

—De acuerdo, aun no la he comprado.

—Raymond...– Advierte malas noticias.

—Es que la he reservado ¿si? Quería saber si estabas de acuerdo. Ya que es en... Italia.

Los ojos de Gina parece que van a salirse fe su órbita- Sí, cariño, ¡claro que me iría hasta china contigo!

~
Nueve años después de la boda.

Sr y Sra RichardsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora