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Recuerdo el día en que la conocí. Estábamos en el colegio cuando nos hicieron un tipo de charla para definir los grupos y conocer a los nuevos estudiantes, armaron como quedarían los salones, quedando ambos en el mismo, cosa que me animo un poco, pesé a no parecerme atractiva tenia algo en su mirada que me daba demasiada curiosidad.

Siempre he sido alguien introvertido debo confesar, así que prefería mirarla a lo lejos sin que se diera cuenta claro, pero la primera clase en grupos nos toco juntos, me hice el interesante para cautivar su atención, pero al momento de tener su atención, me entraban los nervios, cosa que le causo gracia y a mi vergüenza, ella no era de las habladoras, pero si la hacían reír, no había quien la calmara.

A lo largo del año me sentía atraído hacia una joven muy bonita, con el cabello castaño casi rojizo tan largo que sus puntas llegaban a la gloria, con un buen cuerpo, y algo que la caracterizaba por sobre las demás, su temperamento, siempre estaba peleando como si lo llevara en la sangre, como si ella siempre tuviera la razón, o así debería ser si no querían enfrentar a la bestia. Me hice amigo de ella se llamaba Winnie o al menos así le gustaba que la llamasen, Winnie andaba mucho con ella con la chica que tanto me daba curiosidad, así que le pedí que me ayudara a ser su amigo formalmente, ella me la presento como su prima con el apodo de Kat, apodo que me pareció tierno y muy fácil de pronunciar, no le preste demasiada atención en ese año, ella hizo sus amigas, y yo continué con mis amigos, si nos hablábamos era muy poco, de pronto por tareas o cosas del colegio, así fue hasta noviembre que acababa el año escolar.
Me fui a trabajar en un negocio de mi familia por tres meses, luego de una semana ya estaba cansado, aburrido de la gente y del trato de los clientes a los empleados, una noche fui a mi habitación tomé mi celular para escuchar música y así desestresarme, pero encontré algo que no esperaba, un mensaje de Kat.

- ¿Qué hace?

Me pareció raro, pero continúe la conversación con algo de ilusión, ya que nadie me escribía porque respondía tarde debido al trabajo; pero ella me seguía escribiendo sin importar lo tarde que le respondiera, no sabia si era porque me liberaba el estrés y podía contarle todo a ella de una manera en la que me sentía que era yo mismo cuando le escribía o estaba enamorando de ella, pero se convirtió una motivación para trabajar duro y esperar la noche y ver sus mensajes, mas aun ella se convirtió en mi inspiración puesto que después de tanto hablar y hacerme sentir bien nació un sentimiento en mi, un sentimiento al cual no le deba explicación, pero quería sacarlo, quería expresarme pero no sabia como, hasta que encontré un papel en blanco en el suelo y tome un lapicero y simplemente deje salir todo de mí, había escrito un tipo de “poesía” Según mis compañeros de trabajo, pero para mi era una “canción”, simplemente escribía lo que sentía, lo que no era capaz de decirle cosas como:

Sinceramente no sé qué es este sentimiento
Que por ti tan fuerte siento
Y creerás que te estoy mintiendo
pero en realidad por ti estoy muriendo
que el estar lejos no sea motivo de fallo
si no la esperanza de volvernos a ver
y de una vez por todas demostrar mi querer

cada día le escribía una nueva y las guardaba con la esperanza de tener la valentía de entregárselas en algún momento en persona, cuando escribía sentía que dejaba una pequeña parte de mi para dárselo a ella, a veces pensaba que no tenía sentido escribirle de esa manera, cuando simplemente somos amigos. El ultimo día justo cuando regresaba para mi casa, me invadieron muchos pensamientos, que no me dejaron dormir durante las 12 horas del viaje.
Cuando llegue al colegio seguía con una gran cantidad de preguntas en mi cabeza que me provocaban una especie de ansiedad, hasta que de la nada alguien me abrazo por la espalda, era un abrazo tan fuerte y sincero que no me importaba quien me lo estaba dando, solo importaba que me hizo olvidar todas esas preguntas y problemas en ese momento, cuando me  soltó gire y vi que era ella, era Kat, con una sonrisa que me motivo a devolverle el abrazo con el mismo sentimiento y fuerza con el que ella me lo dio.
No hablábamos mucho en el colegio, mis amigos me distraían demasiado como para ir a hablar con ella y a ella las amigas parecían que le hacían lo mismo, porque nunca se daba la oportunidad, o al menos no la encontrábamos.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora