FRAGMENTO: <<Sin título>>

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- ¿Crees que no me he dado cuenta?
- ¿Cuenta de qué? –le respondí irritado.
- ¡Por Dios! ¡¿Todavía quieres seguir ocultándolo?!
- No seas exagerada, Leticia. Ahora sal de aquí que simplemente haces que pierda el ritmo y la concentración.
- ¡Maldita sea! –gritó enojada - ¡Maldita sea Jecsam! ¡¿Por qué no puedes verme a los ojos y aceptarlo?!

Actuaba como loca para ser tan temprano, apenas era de mañana y vestía una bata de dormir de color perla. Llevaba el cabello suelto y estaba tan perdido que apenas había notado que su cabello ondulado color oro le llegaba hasta la cintura. Estaba molesto con ella porque había entrado en la sala sin haber tocado antes la puerta y lo peor es que llegaba gritando.
Tenía los brazos cruzados y estaba parada rectamente, con el ceño fruncido y apretando los labios.

- ¿Aceptar qué? No tengo nada que decirte, ahora sal de una buena vez.
- ¡Maldita sea! ¡Ya dilo!
- ¡¿Qué quieres, Leticia?! –le pregunté gritándole fuertemente a la cara después de levantarme rápido del piano.
- ¿Crees que no me he dado cuenta?... ¿Tan difícil es aceptar que la sigues amando?
- Pero qué… ¿De qué rayos hablas?... No pongas palabras en mi boca que no he dicho.
- ¡Maldita sea! ¡¿Tanta lástima me tienes para no aceptarlo?! –dijo comenzando a sollozar.
- ¡Agh! –gruñí enojado –Ya deja de llorar, Leticia y ve a que te den un té o algo, después te llevaré al doctor. Creo que de nuevo estás enferma –le dije secamente.
- ¡¿Sabes qué?! –me dijo apretando las manos en puños - ¡Estoy harta! ¡Estoy harta de ti! ¡Harta de éste maldito matrimonio de mentiras!

“Ummm… por fin lo dijo” Pensé.

- Pues si ya no me quieres, vete. Todo está a tu nombre… No tienes nada que perder. Ahora ya deja de interrumpirme.

Leticia se llevó las manos al rostro, horrorizada por la forma en que le hablé. Cerró los ojos con amargura y comenzó a llorar más desesperadamente. Dio media vuelta para retirarse, sin embargo, su buena voluntad le impidió cruzar la puerta y volteó de nuevo hacia mí.

- ¿Sabes qué, Jecsam? –dijo tristemente mientras su voz se ahoga en las lágrimas –Yo nunca… nunca… nunca, nunca he dejado de amarte. Y creo que jamás lo haré… Pero ya no puedo seguir con esto y no hables… déjame terminar.
Llevamos 3 años de matrimonio… y aunque para muchos es poco tiempo, para mí ésos 3 insignificantes años eran toda una vida a tu lado… toda una vida al lado de la persona a la que verdaderamente amo y es cierto… nunca me quejé de la forma en la que me tratabas porque siempre pensé que con el tiempo… que con los años… tú aprenderías a amarme de la misma forma en la que yo te amo.
Y es demasiado cruel… haberme dado cuenta, tarde, que eso nunca va a ser posible porque dentro de tu corazón existe una sola persona… una sola mujer, que yo por capricho intenté expulsar de tu corazón de una manera horrible.
Y ¿sabes? Creo que es cierto cuando dicen que todo lo que haces se te regresa…
- ¿De qué hablas, Leticia? Yo…
- ¡No! –me interrumpió inmediatamente –Déjame hablar porque tal vez ésta sea la última oportunidad que tenga de decirte lo que siento… Mi madre… mi familia… tu familia… la prensa… todos ellos nos querían ver juntos… yo igual.
Y tú tan lindo como siempre… renunciaste a tu felicidad por verme feliz a mí… lo sé… sé lo que pasó un día antes de nuestra boda en el callejón Burdo y, aun así, el día de nuestra boda, estando frente al altar, me pregunté a mí misma si lo que hacía era correcto. Si era correcto obligar a una persona que formara parte de mi felicidad… sabiendo claramente que ésa persona no era feliz conmigo.
- ¡Pero yo sí…
- ¡No, Jecsam! ¡Ya deja de fingir! ¿Crees que no me he dado cuenta que siempre vas a cada una de sus presentaciones? Y también… ¿crees que no me he dado cuenta de todas las cartas tiradas a la basura que nunca le enviaste?

No puedo creer que haya llegado a tal punto…

- ¿Crees que no sé que siempre buscas sus ojos dentro de los de toda la multitud en un teatro? Y que la fotografía que guardas en el cajón del armario es una de ustedes dos juntos. Incluso, no sabes lo que sentí cuando se reencontraron y tú le esbozaste la más tierna y dulce sonrisa… ¡Nunca me has sonreído así! ¡Jamás!
No sé por qué me hice tantas ilusiones de algo que perfectamente sabía que no iba a funcionar…
Y tienes razón… la culpa es mía. No tuya.
- Leticia… yo…
- ¿Crees que no me he dado cuenta… que lo que te hice fue un acto de egoísmo puro? Y lo siento… espero que me perdones algún día… además, creo que ya sé por qué nunca quisiste tocarme más de lo debido, a pesar de que tú sabías perfectamente mi deseo por tener un bebé… Y no me malentiendas… fuiste bueno… todo el tiempo. Pero ya no aguanto tus viajes largos, pero por lo menos ya sé por qué los hacías… ¿quién quisiera pasar sus días junto a una persona que no ama?... y aunque siempre me traías hermosos regalos después de meses de no vernos, ¿crees que no me dijeron que los compraba Genovevo para mí, porque tú se lo pedías?...
Y no te estoy reclamando nada… al fin y al cabo, a mí sólo me bastaba con uno de tus besos ocasionales… con uno de tus abrazos indiferentes… con tus obsequios y tu risa ocasional para conformarme sabiendo que algún día éstos llegarían a ser verdaderos. Pero he aprendido mucho… y realmente quisiera que algún día alguien me mirara como tú la miras a ella.
Sé que la amas… admítelo de una vez, porque a veces el silencio y la indiferencia dicen más que mil palabras. Pero ¿sabes? Es muy cruel enterarse de ésa manera.
Los sentimientos no se pueden ocultar por mucho tiempo porque al final son precisamente ellos los que terminan delatando tus verdaderas intenciones…
Creo que tú ya los ocultaste durante mucho tiempo… durante muchos años y gracias… fui verdaderamente feliz a tu lado. Pero ya he comprendido… hoy he comprendido que, si tú no eres feliz a mi lado, entonces nada dentro de nuestro estúpido matrimonio tiene sentido… Es por eso que te libero… Te libero oficialmente de nuestros votos matrimoniales… de nuestra vida… de “nuestro amor”
-…
-Y búscala… búscala dónde quiera que esté y sé feliz de una maldita vez. ¡Dedícale todas las canciones que has escrito para ella...! ¡Incluso las tristes! ¡Dile que ya no me quieres! ¡Que soy yo la que te ha dejado! Pero por favor ve rápido… porque retenerte ya no me hace feliz… te quiero ver feliz a ti. Así que vete… ¡Vete de una vez que…

Inmediatamente corrí a abrazarla fuertemente en mi pecho… estaba temblando, pálida como una hoja de papel y aun así no dejaba de llorar y decirme que me quería ver feliz. La besé por última vez y tan pronto como ya no tuve sus labios entre los míos salí corriendo a toda prisa.

No hacía falta que volteara hacia atrás, porque Leticia ya estaba en el suelo, hincada, llorando amargamente.

- ¡¿A dónde va, señor Saccardi?! –me dijo atónito Genovevo.
- ¡Me voy! –le contesté enérgico - ¡Me voy por fin! ¡Ya no volveré nunca!
- ¡¿Pero qué está diciendo?! –me preguntó aterrado - ¡La señorita Leticia lo…
- ¡No! ¡Ya no más! ¡Ella me dejó a mí! –le contesté con una sonrisa, tomando el abrigo, el sombrero y un paraguas mientras que abría la puerta principal de la casa - ¡Ahora tú debes de cuidarla!
- ¡¿Pero qué está diciendo?! –me dijo pasmado - ¡Ella es su esposa!
- No más… -le dije acercándome a él y tomándole de la mano fuertemente –No más… por favor, cuide de ella y no la deje hacer cosas idiotas… siempre he sabido lo que ha sentido por ella, ahora ya no debe de ocultarlo más.
- ¡Es usted un cobarde y un cínico! –me dijo enojado a punto de darme un golpe en la cara.
- No –le contesté tranquilamente -… Solamente soy un hombre enamorado.

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⏰ Última actualización: Jan 30, 2020 ⏰

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