Roy era un mercader que vivía cerca de su antiguo empleo de minero y con un brazo biónico del cual se sentía cómodo ¿Qué más podía pedir?
— ¿Tienes algo de comida, abuelo?
Tal vez una vida mejor para quien se la merece
— No, Bell. No tengo comida para ti ahora…
El viejo Roy se levantó de su asiento, abrió la puerta y vio como una pequeña usando un camisón y que tenía un largo cabello blanco, que parecía que brillara, estaba buscando en los descuidados estantes algo de comer
— No te han enviado un traje nuevo para estas fiestas, ¿no?
— ¿Quienes?
— Cierto… “quienes”. Solo somos nosotros dos en estas minas llenas de veneno y cosas peligrosas para tu edad…
Aún así, se acercó a ella y le acarició el cabello. Tomó un peine viejo y comenzó a peinar ese cabello tan blanco que tenis su nieta
— Yo sé que nada va pasar abuelo Roy. Porque tú siempre me cuidas — Dichas palabras levantaron una ligera sonrisa a este viejo
— Ya va atardecer. Ven, ve a ducharte, no vas a salir viéndote de esa forma
Ella no respondió, pero obedeció sus palabras con una ligera carcajada mientras iba al fondo del remolque
Una sonrisa que jamás hubiera imagino que le llenaría un poco su vida
Se prepararon para salir en pleno anochecer
La contaminación lumínica hacían poco creíble que alguna vez existieran estrellas en que nos vigilaran desde arriba
Habían llegado a lo que tanto habían esperado
Bell, quien tenía un traje de exploradora con todo y tanque de oxígeno, se había quitado el casco y olió con tanta seguridad aquel aire tan puro que se concentraba en aquella cueva
Era un momento especial y ellos dos lo sabían, porque en este manantial dentro de esa cueva se podía ver arriba como los gusanos brillaban con tanta iluminación que parecían ser el mismo espacio
— ¡No crees que esto es hermoso abuelo! ¡Puedo ver las estrellas!
El viejo Roy asintió y se acercó a ella con una botella vacía para dársela personalmente
— Recuerdas lo que te conté, ¿De cómo terminé así?
— Me dijiste que habías pedido un deseo a una estrella… ¿Acaso puedo pedir un deseo a una? ¡¿Puedo hacerlo abuelo?!
Le dio la botella, la tomó y ella sabía perfectamente para que servía. Se acercó a esas “pequeñas estrellas” que volaban encima. Hizo un salto y atrapó a esas fuentes de luz que tanto le fascinaba. Estaba tan alegre y el viejo compartía la misma felicidad, aún sabiendo que los deseos eran simples sueños, solo quería sentir esa pasión que le llenaba nuevamente de ánimos
Vio el techo y se dijo así mismo
— Siempre pensaba que las estrellas solo estaban en el firmamento. Pero ahora, las estrellas siempre están más cerca de lo que uno imagina
Tomó a la pequeña que no paraba de ver el frasco, la cargó para que ella estuviera más cerca del firmamento y con el último esbozo de felicidad se despidieron de este manantial de ensueño
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Una Estrella en el Cielo y en la Tierra
Cerita Pendek- Sí, el cielo aún me sonríe pero ya no lo hace como era antes El sueño ha muerto Cuando uno ya está en las etapas finales, muy poco le importa las cosas nuevas cuando uno ya ha visto y conoce las desgracias y virtudes de esta vida Roy es un Merca...