1. Todo empieza.

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"Una victoria vale más que mil batallas"... o eso le dijo un lunático a Johnny un día que iba de camino a su casa. Evidentemente el lunático hablaba por hablar, pero Johnny no podía dejar de buscarle un significado más profundo a las palabras. Era una maña suya.

Al día siguiente, el joven de 18 años seguía dándole vueltas al asunto en lo que llevaba un paquete, pues trabajaba de mensajero. Finalmente, dio con una razón que nadie planteó: "No importa que tantas batallas pelees, si pierdes, te mueres; si ganas, vives. Por eso una victoria vale más que mil batallas" Pensó Johnny. Satisfecho con su respuesta, siguió caminando hasta que lo atropelló un carruaje que pasaba a prisa por el lugar.

Cuando Johnny despertó, había junto a él dos magos poderosos, considerados las leyendas vivientes que habían salvado todo el reino de la destrucción del malvado conde Uther. Uno era Andor, el guerrero vagabundo; y la otra Ela, la susurradora de muerte. Asombrado por lo que veía, Johnny bajó su vista y se encontró con otra cosa sorprendente: ya no tenía media pierna. La velocidad y filo de la carrocería de las leyendas lo habían dejado cojo de un solo tajo.

-¡Ahhhhh! ¡Mamáaaaa! – Gritó Johnny.

-Tranquilo. -Le replicó Ela. -Ya está curada y no duele.

-¿Cómo voy a estar tranquilo? ¡Me han dejado cojo! -Gritó Johnny.

-Te pondremos una pata de palo, no hay problema. -Le dijo Andor, con su voz varonil.

-¿Creen que es así de sencillo? Soy mensajero, ¿Cómo se supone que recorra el continente tranquilo con una pata de palo? ¿y si tengo que correr y esconderme? Mi vida está acabada. -Dijo Johnny, dejándose caer en el pasto.

Las increíbles leyendas se miraron mutuamente y empezaron a hablar. Ela le jalaba las barbas a Andor por haber conducido tan rápido y sin mirar, mientras Andor pensaba cada palabra que decía. Finalmente, tomaron una decisión.

-Te lo compensaremos de alguna forma.

Johnny abrió su memoria y recordó el gran refrán del lunático "Una victoria vale más que mil batallas". El quería algo tan poderoso que lo dejara ganar fácilmente cualquier batalla, pues una derrota equivaldría a la muerte.

-Denme algo que me de mucho poder para vencer con facilidad, pues ahora que estoy cojo necesito como defenderme.

Las apuradas leyendas no tuvieron miramientos en darle algo poderoso a cambio de que callara el incidente, y le entregaron el guante del rey mono, con la condición de no contarle a nadie lo sucedido. El guante del rey mono le daba a su brazo la fuerza de 100 monos furiosos.

Aceptando, se marcharon y lo dejaron con el guante y su nueva pata de palo. Johnny se reía de la dicha mientras cojeaba y se caía al suelo cada tanto porque aún no manejaba bien su nueva pata de palo.

-Antes era un mensajero, pero ahora seré una leyenda viviente ¡comeré banquetes todos los días!

Johnny abandonó las toallas que debía llevar a la termal cercana y se encaminó a la capital. Se inscribiría en el gremio de héroes y su nueva vida empezaría.

Continuará.

Johnny John'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora