Capítulo 22: El entrenamiento

136 8 26
                                    

En el capítulo anterior...

El guardia giró hacia una dirección y se marchó casi tan rápido como vino, dejando a la señora Park sola en mitad del pasillo.

A partir de ahí todo lo demás ocurrió demasiado rápido. La directora volteó a vernos, esa fue la señal para Minho de actuar rápido, o lo hacía ahora, o no lo hacía.

"¿Me vas a besar?"

***

Minho posó una de sus manos en mi cintura y otra en mi nuca, acercándome bruscamente a sus labios los cuales recibí gustosamente, aunque también un poco sorprendido por la rapidez de Minho.

Lástima que no duró ni tres segundos, y todo por culpa del grito que dio la directora, escandalizada a más no poder, y con la cara roja de la ira. Si la vida fuese un dibujo animado, a ella le saldría humo por las orejas y la nariz, como si fuese un volcán a punto de estallar.

–¡¿QUÉ SE CREEN QUE ESTÁN HACIENDO USTEDES DOS?! – A diferencia de otras veces, en esta ocasión la sra. Park se acercó a paso rápido hasta nosotros con los puños apretados, temblando de furia.

–¡Joder! – Se quejó Minho masajeándose el oído. – ¿Cómo es que nunca te quedas afónica de tanto gritar?

El contacto de nuestros labios había sido cálido y delicioso, pero en cuanto nos separamos el frío y la decepción cayeron sobre mí.

"Maldita seas..." – Pensé mientras me miraba con esos ojos asesinos.

–Lee Taemin, ya le avisé varias veces que tuviera cuidado de sus actos, ¡y no pienso permitir que vuelva a seducir al alumno Choi delante mía y de mi despacho! – Otra vez el dedo inquisidor puesto sobre mí, estaba empezando a cansarme de sus estúpidas, injustas y celosas amenazas. – Veo que no te basta con el castigo, quieres más, ¿no es eso?

–¡¿Qué dices?! ¡Pero si he sido YO el que empezó el beso! – Minho se interpuso entre nosotros, separándome de la directora.

–¡¿Y qué me dices de lo que pasó dentro de mi despacho, eh?!

–¡Eso también lo empecé YO!

–¡Minho CÁLLATE! –La directora hizo un intento de acercarse peligrosamente a mí, pero Minho la empujó, no con fuerza pero sí con la suficiente como para alejarla unos cuantos pasos. – ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Por mucho que lo defiendas no se va a librar de su castigo!

–¡Adelante! ¡Castígame! – Ahora fui yo el que se interpuso. Minho me miró con el ceño fruncido. – Venga, castígame. Total, es lo único que sabes hacer. – Dije encogiéndome de hombros.

Por el pasillo se asomó una limpiadora que, ausente de todo lo que le rodea, sólo se concentraba en su trabajo. La directora la llamó con voz estricta, llegando a asustar a la pobre mujer, que ya asomaban bastantes arrugas en su rostro por la avanzada edad. La limpiadora se acercó poco a poco, con menos seguridad de la que le hubiese gustado mostrar, y se paró frente a la directora. Ésta le arrebató sin cuidado alguno la fregona y el cubo lleno de agua, bajo la mirada sorprendida de nosotros tres.

–Disfruta limpiando el ala derecha del edificio, en-te-ra. Cada suelo de cada piso lo quiero impecable, ¿me has oído? No sólo los pasillos, sino TODO. Y no podrás parar hasta que termines. La limpiadora se quedará vigilándote. – Estiró su brazo con los utensilios, esperando a que los cogiera. A regañadientes lo hice. – Y tú, Minho, vuelve a clase. No quiero un no como respuesta.

Minho le dedicó una última mirada de enfado a la directora y refunfuñando se fue alejando. Sin embargo, contrario a lo que pensaba, Minho echó un vistazo atrás, comprobando que efectivamente la directora no tenía puestos los ojos en él y, sin hacer el menor ruido ni levantar sospechas, me sonrió y se escondió detrás de una de las columnas, no muy cerca de donde estábamos pero si lo suficiente como para escucharlo todo.

Downtown University [2MIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora