"No sé si acercarme a vos sería una buena idea, pero tampoco sé si lo voy a poder evitar."
Jazmín no sabía si debería sentirse ofendida o halagada con respecto a lo que Flor le había declarado recién. Eligió sentirse confundida en un primer momento. En seguida, se puso a analizar esas palabras de manera racional y, principalmente, empática. Quizás, los miedos que Flor muy probablemente tenía a la homofobia de los demás y a su propia homofobia, interiorizada e inconsciente, eran las razones de tal declaración. Y era obvio que Jazmín no podía juzgarla, porque ella misma había tenido esos miedos muchas veces y era muy difícil deshacerse de ellos.
Flor necesitaba ser comprendida, más que nada; eso para Jazmín estaba clarísimo y había estado desde los primeros minutos de aquel encuentro en el boliche. Así que la colorada decidió no invadirla con más preguntas. Le ofreció una remera de pijama y le dijo que sí, claro, cuando ella le preguntó si podía pasar al baño.
Jazmín también se puso una de las remeras livianas que solía ponerse para dormir y, una vez que estaba sola, se tomó la libertad de recoger del piso el vestido de Flor. Se sentó en su cama y cerró los ojos mientras lo olía, mientras olía ella en la tela suave. Era increíble la cantidad de sensaciones que ese olor divino la provocaba. Era como si tal olor siempre hubiera estado en el fondo de su mente, sin nunca antes haber sido percibido por su olfato. Era una especie muy rara de nostalgia. Le generaba una paz gigante y la llevaba hacia un lugar lejano, donde nada la preocupaba.
Jazmín apretó con cuidado el vestido entre sus manos mientras sentía sus ojos humedecerse nuevamente debido a esa abrumadora e inexplicable sensación de familiaridad que la invadía. Probablemente se estaba volviendo loca.
- ¿Qué me estás haciendo a mí, Flor? - susurró. Sus labios apenas tocaban la tela.
En seguida, el ruido de la puerta del baño abriéndose la hizo volver a la realidad. Con el corazón en la garganta, como si estuviera a punto de ser descubierta cometiendo un delito, Jazmín dejó el vestido a los pies de la cama.
- Ey - le dijo Flor al regresar a la espaciosa habitación, suavemente, sentándose a su lado. - ¿Qué hacías?
- Estaba acá, medio... perdida - soltó una risita tímida sin mirarla, pero le enorgulleció su propia honestidad. Es siempre el mejor camino, le solía decir su abuela.
La risa chiquita de Flor se unió a la suya. El colorado se propagaba por las mejillas de las dos. Ambas siguieron con ese juego de mirar el rinconcito que había entre ellas en el colchón, como si tal fuera lo más interesante en el mundo, por unos segundos.
- ¿Puedo ser honesta con vos? - Flor rompió el silencio, buscándola con la mirada por fin.
Jazmín levantó la cabeza al instante. Otra vez sentía el corazón en su garganta, pero ahora debido a algo completamente diferente, bueno.
- Siempre - se le escapó. Quiso decir obvio y la diferencia entre esas dos palabritas, por un momento, le pareció abismal.
- Yo creo que tengo todos los motivos del mundo para sentirme recontra perdida - empezó, despacio, casi como si encontrara gracia en su propia desgracia. - Pero no me siento así. De hecho, acá, con vos, yo siento que tengo los pies en la tierra. Hace mucho que no me sentía así. Es como si todo el caos que me está esperando afuera pudiera esperar un rato más. Y todo eso... me asusta un montón.
Jazmín necesitó varios segundos para poder reaccionar. La emoción había unido sus cuerdas vocales con un gran nudo. Se acercó aún más a ella hasta que sus muslos desnudos se tocaron. Le acarició la mejilla y la miró con un cariño enorme, que sabía que jamás podría explicar a nadie.
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Hasta el Amanecer (Flozmín)
FanfictionFlor y Jazmín no se conocen. Un boliche, un par de canciones y un anhelo inexplicable las une.