1. 10 días hasta Navidad

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1956 un año espléndido en mi opinión. Los años 50 una de las épocas más elegante y divertidos de nuestras vidas, lleno de fiestas, ropa, música y los lujos. ¡Oh! Que grandes lujos, perlas , esmeraldas, diamantes...  No sabes cuánto adoraba los colgantes, los anillos, ¡Los pendientes llenos de grandes brillantes! Desde mi niñez no había otra cosa más interesante que ir a investigar en el joyero de mi madre. Aunque cuanto más crecía madre insistía más a menudo en que yo era una muchacha más bien ruda y rebelde. Posiblemente un fracaso, un adorado y amado fracaso. Fui la única chica en una familia de cinco hijos (incluyéndome a mí, claro) pero yo no acabe siendo la chica poco ruidosa y delicada que ellos querían.

Nuestra familia no era nada del otro mundo. Yo por el contrario podría decirse que sí, con apenas cuatro años y medio aprendí a leer, escribir y hablar a la perfección un privilegio que muchas chicas de mi edad no han podido tener. Mi tío Martín fue mi tutor durante gran parte de mi niñez mientras mi padre iba a la oficina a trabajar y madre se quejaba y trabajaba duro por educar a sus otros cuatro hijos correctamente.

La abuela y el abuelo también vivían con nosotros lo que suponía una gran carga para la familia porque ya no trabajaban y carecían de fuerza para ayudar por la casa. Yo Les quiero mucho pero a decir verdad eran más bien un obstáculo para la paciencia de madre, la cual poca tenía.

Volviendo a mi tío Martín. Él tenía una maquina de escribir que usó como herramienta para mi educación. A partir de ahí desarrollé mi pasión por las letras y luego por el arte, proveniente de mi abuelo. Aunque madre tuvo que hacer un gran esfuerzo para transformarme más en una muchacha de buenos modales y no en un "chico" como algunas personas habían comentado anteriormente.

Un collar de perlas con una esmeralda  morada colgaban del cuello del maniquí. Apoyé mi frente cuidadosamente sobre el cristal y con una mano sobre los ojos miré fijamente para verla con mayor detenimiento. Al cabo de un rato sentí la mirada  de otro ser que me observaba al otro lado de gran ventanal. Avergonzada eche un paso atrás, me fijé en el precio y rápidamente respondí a la mirada con una sonrisa. Me fui de aquel lugar, era imposible poder pagar tal precio por la hermosa joya. Las calles frias se disimulaban con el burullo de gente y las prisas de aquellos que deseperadamente iban de compras.  Mientras caminaba medité un tiempo decepcionada por las ganas que tenía de regalar algo a madre por Navidades.Metí mi mano en el bolsillo con esperanza de encontrar algo pero salio con un dólar y un par de tristes centavos. Pensé que no podrían desperdicirase así que fui al único buen lugar donde debían ser empleados, mi cafetería favorita.

Toni Romas era una elegante pero no cara cafetería al sur de la pequeña ciudad en la que vivíamos. Al entrar sonó la campana situada por encima de la puerta. Me acerqué al mostrador y pedí el periódico del día. Presenté mi tristes moneditas sobre el mostrador, cogí mi añorado periódico y me senté en la primer asiento vacío que encontré.

Desde pequeña el Toni Romas era un lugar visitado frecuentemente por mi familia. Veníamos aquí casi todos los sábados por las tardes a merendar, yo siempre pedía un batido de chocolate y esperaba pacientemente a que papá terminara de leer el periódico para yo poder irme de cabeza a la zona de cruzigramas y tiras de comics. Fue una costumbre hasta el día en  que la abuela enfermó y ya no podíamos gastar tanto dinero.

Mientras leía, fui quitándome mi abrigo, bufanda, gorro y unos pequeños guantes rojos ajustados que ese año me había regalado mi madre al cumplir los veinte. En media hora ya había terminado de leerlo. Bastante soso, nada interesante. Aparecían los mismos problemas de hace tres semanas.

Me aburría, ese día había sido bastante normal. Miré la hora en el reloj de la pared, todavía quedaba otra hora hasta que tuviese que volver a casa. Los recados ya estaban hechos.

Del bolsillo derecho saqué unos billetes medio doblados y pedí a la camarera que me tragese un chocolate caliente. No había mucha gente en la cafetería, solo un par de hombres mayores sentados en la zona del bar y dos grupos de mujeres. Una de señoras mayores probablemente marujeando y el otro, un grupo de madres con sus dos bebés tomando un té.

Se me venía el aburrimiento encima asi que me quedé mirando a la calle a ver si había algo más interesante.

Al cabo de un tiempo sonó la campanilla que anunciaba la entrada de un nuevo cliente provocando que pegase un brinco por el susto.

Por la puerta entró un rubio, con ojos marrón-verdosos, llevaba una chaqueta negra, una camisa blanca metida dentro de unos pantalones oscuros con un cinturón mas grande que su propia cadera. Tendría por lo menos tres o cuatro años mas que yo.



Ese era Oliver.






Bienvenidos de vuelta a mi nueva historia que os prometí hace dos años😂😂. Es diferente estilo al que escribí la última vez pero bueno como  no teneis mas para comparar aqui lo dejo. Dejad en los comentarios vuestra opinión y sugerencias ( parece que estoy terminando un video de Youtube)
Pd: pronto intentaré hacer un apartado para los personajes para evitar líos porq me encanta ir introduciendo un montón de gente y luego nadie sabe quién es quién.

~This girl~

Tony RomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora