Caminamos con tranquilidad en las calles de lujosas tiendas en las que se encontraba el precioso collar que jamás podría permitirme sin arruinarme y quedarme sin casa. Ana y yo íbamos cogidas del brazo observando cada persona al pasar y alguna que otra vez opinando acerca de los zapatos de las mujeres.
Al pasar por mi querida tienda, me quedé embobada frente al escaparate una vez más. Ana tiró de mí, como si eso fuese a sacarme de mi ensueño.
-Vamos Sarah llevas mirando ese collar desde el día que lo pusieron allí. A lo mejor es el momento de que pases página. Estas Navidades iremos de compras y buscaremos unos bonitos tacones o tela para un vestido.
Respondí con un breve movimiento de cabeza para indicar que estaba de acuerdo, sin embargo mis piernas y ojos quedaron fijos en el mismo lugar. Quise quedarme allí hasta que alguien me echase pero solo costo que Oliver me cogiese del brazo para llamarme la atención.
- ¡¿Pero que haces?! Sabes que me puedo mover sola, para algo tendré piernas.
Oliver no dijo nada, simplemente quedó perplejo. Fijó sus ojos en los míos por un momento y suavemente me soltó del brazo.
Seguimos caminando en dirección sur, hacia nuestro barrio. Me molestaba la compañía del intruso. Intenté evitar dirigirle la mirada, incluso en algún momento de nuestro viaje me solté de Ana y me alejé un poco, lo suficiente para que corriese el aire.
Al llegar hacia el final de las calles de tiendas Oliver se quedó observando una de ellas, era una librería de las más antiguas de la ciudad. Ana y yo esperamos a ver si reaccionaba pero como no se movía decidimos seguir caminando.
Al cabo de un rato volvió corriendo hacia nosotras pero esta vez se puso a mi lado acercando y cerrando la distancia entre nosotros. Me dirigió una sonrisa y luego siguió como si nada.
En la primera calle del barrio acompañamos a Ana a su casa, un par más alejada de las nuestras. En un silencio incómodo me encaminé hacia casa. Oliver me seguía un par de metros más a tras. Fui a llamar al timbre pero antes de que lo pudiese pulsar, Oliver tiró de mi muñeca para girarme frente a él.
- ¿Me vas a decir si sigues enfadada?
- Enfadada ¿por qué? ¿por ser un pesado en la cafetería? Ah no, de eso no te preocupes estoy acostumbrada a que me molesten continuamente.
- ¿En serio?¿ te vas a poner así conmigo? Sabes perfectamente que no me refiero a eso.
- Pues entonces no se a qué te refieres.
- No te hagas la tonta. Para ser una chica tan lista se te da bien ocultarlo cuando te conviene.
- Ya, oye tengo prisa... Tengo que ayudar en la casa y mi familia estará esperand-
En aquel instante se abrió la puerta bruscamente. En el centro estaba madre esperándome de brazos cruzados a punto de regañarme por llegar tarde. Estaba apunto de hacerlo cuando vio a Oliver.
-¡Oliver! Cuanto tiempo hacía que no pasabas por aquí. Venga pasa hombre, como te puede haber dejado aquí a fuera esta chiquilla con el frío que hace. Pasa- Insistió mientras me dirigía una mirada asesina.
Subimos los escalones hacia el interior del hogar. Entré con la cabeza baja por miedo a que madre enfadase como muchas otras veces había hecho y me soltase una de las suyas. Rápidamente me quité el abrigo y guardé en cada uno de los bolsillos mis pequeños guantes. Dejé el gorro en el perchero. Marché hacia la cocina, situada a la derecha, con mi cesta de la compra y fui sacando tan rápido como me lo permitían las manos los alimentos necesarios para la cena.
Madre entró de un estruendo en la sala. Venía limpiándose la mano con la parte inferior del delantal.
- Hay que ver cuanto tardas ¿eh? guapa. Por que tenemos invitados que sino te regañaba y te castigaba sin salir hasta el día en que aprendas a ser más responsable.
- Pero mamá no ha sido culpa mía. Es que de repente ha aparecido Oliver... Bueno da igual de todas formas ¿Cúantas veces he llegado tarde a casa? Yo creo que ninguna excepto hoy.
- Ya, ya niña pero un día que si se te rompen los platos, otro los huevos. Andas un poco despistadilla. Venga ayúdame, ponte un delantal y hacemos la cena que hay más invitados.
-¿Más invitados? ¿Quién ha venido?
Sin esperar a una respuesta llevé de la mano el delantal y cuidadosamente me asomé al salón. Un grupo grande de jóvenes incluyendo a mi abuelo recostado en su sillón hacían ruido y algunos reían. Eran los amigos de mis otros tres hermanos ya que dos de ellos ya no vivían junto a nosotros. Dio la mala casualidad que al entrar llamé un poco la atención y se giraron hacia la puerta. Sin remedio tuve que saludar. Caminé hacia el sillón para darle un beso al abuelo.
Rodeada entre un grupo de chicos que me hacían preguntas sobre qué tal estaba y tal. Oliver sentado en el sofá me contemplaba. Parecía que quería decirme algo, de hecho empezó a levantarse sin despegar su mirada del objetivo. Por suerte madre me llamó de vuelta, no quería hacerla enfadar así que corrí de vuelta esperando que sirviese de escusa para alejarle. Aunque esto no le impidió seguirme hasta el mismo lugar.
-¿Oliver quieres tomar algo?- ofreció madre con dulce amabilidad.-¿Cómo no has ofrecido nada Sarah?
- No se preocupe, cualquier cosa estaría bien.- Dijo Oliver amablemente.
- Sarah sácale una cerveza, por favor. Mientras tanto voy a freír esto, luego lo vigilas que tengo otra cosa pendiente.
Fui a buscar una botella que no estuviese en el frigorífico porque sinceramente con el frío que hacía no apetecería.
-No quedan.
-Bueno pues ¿a qué esperas? Vete a la despensa que seguro que ha comprado más tu padre.
Si me iba allí Oliver tendría la posibilidad de obligarme a hablar. Sinceramente preferiría esperar a que mi madre me gritase o cualquier cosa por el estilo.
En cuanto entré, Oliver quedó a la salida esperando. Agarré un par de botellas y le ofrecí una.
- O sea que me voy año y medio fuera y esta es tu manera de darme la bienvenida. A lo mejor tendría que haberme quedado más tiempo.
-Pues sí.
Hola de vuelta. Un nuevo capítulo para que os entretengáis en la cuarentena.
~This girl~
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Tony Romas
Teen FictionDos personas enredadas en sus propios mundos y problemas.Un sitio que da lugar al choque entre los dos universos. Emociones que acaban arrastrando a ambos a la desesperación o a la euforia y un destino oculto.