Sentada en el piso de la sala, Ana ya no sabía que mas hacer, realmente lo había intentado todo pero nada le había resultado. Se había puesto al revés en la cama, tomó leche caliente, contó ovejas, escuchó música clásica e incluso jugó ajedrez contra ella misma. Pero nada le resultaba, incluso tomo algunas pastillas para poderse dormir pero tampoco le resultaban. Ana necesitaba dormir, el día había sido muy ajetreado en el trabajo y mañana probablemente sería igual o peor, pero no lo conseguía ¿por qué? ¿Cuál era la causa de este insomnio tan repentino? ¿Que pensamiento era el que la mantenía tan despierta a aquellas horas de la noche, cuando normalmente ya estaba profundamente dormida? Ella lo sabía bien, pero se hacia la ignorante para no enfrentarse a la verdad que tanto la asustaba
-no puede ser- se dijo Ana aun sentada en el piso de la sala.
Esa misma mañana Ana se había encontrado con un "viejo amigo", o por lo menos eso es lo que le había dicho a los compañeros de trabajo que le habían preguntado acerca del joven alto de pelo castaño que había venido buscándola y que había probocado un paro en medio de una reunión. La verdad es que ese "viejo amigo" había sido más que un amigo. Más bien fue el chico que después de un año de relación se había marchado con la excusa de que ella "lo asfixiaba".
-Dios mío, ¿por qué?¿Que es lo que hice para merecer esto?- ahora Ana contenía las lagrimas.
Ese chico la había herido como nadie lo había hecho antes, se había ido de un día para otro sin dar más explicación y ahora volvía de la misma forma en la que se había ido, con una explicación demasiado breve incluso para ella, que era una chica de pocas palabras. Las cosas habían pasado demasiado rápido, por lo cual, nuestra pobre protagonista no se había podido sentar a pensar. Tanto su cerebro como su corazón, estaban demasiado acelerados como para perder el tiempo porque, como ya habíamos visto, había sido un día muy ajetreado en el trabajo. Así que durante todo el día Ana no había analizado todo lo ocurrido y ahora que se sentaba a analizarlo deseaba no haberlo hecho.
-hola Ana ¿cómo estás?- fue lo primero que le dijo.
-¡Drake! ¿Que haces aquí?- naturalmente Ana se encontraba desconcertada, este tipo la había dejado hacían aproximadamente tres años y ahora se presentaba en su trabajo como si no hubiesen pasado más de tres días.
-vine a buscarte, Ana me di cuenta de que cometí un error-
-¿estás loco? ¡Hacen tres años desde la última vez que nos vimos!- Ana estaba a punto de golpear a ese chico, de no haber estado en horas laborales y porque además hubiera sido indecente, (la podrían haber despedido) de lo contrario las cosas habrían sido muy diferentes.
-mira, se que estas muy ocupada ahora- este chico no parecía comprender lo que había hecho, los traumas que Ana había tenido que superar por su culpa-esta es mi tarjeta, por favor llámame luego y te explicare todo-.
Ahora, recostada en su cama, Ana luchaba contra sí misma. Quería llamarlo, insultarlo incluso golpearlo pero también quería escucharlo, quería, desde el fondo de su adolorido corazón, que este chico tuviese una excusa lo suficientemente buena para perdonarlo, para volver con él, para besarlo y traerlo de nuevo a casa, sin sentir vergüenza de sí misma. En el fondo Ana aun lo amaba, por lo menos lo extrañaba.
Cansada de pensar, Ana resolvió que era mejor simplemente echarse a llorar y así lo hizo. Después, y como dejar caer lagrimas requiere casi la misma energía que tratar de mantenerlas dentro del corazón, se quedo dormida.
La alarma despertó a nuestra pobre Ana a las siete 07:00 am, tenía los ojos hinchados de tanto llorar y ya era bastante tarde para ir al trabajo, pero igual tenía que hacerlo. Había soñado con una ciudad en la que todas las personas se llevaban bien unas con otras, que locura ¿no?
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