c u a t r o

195 24 4
                                    

Las palabras faltaban para describir la sensación que tenía en ese momento. La luna se había puesto hacia mucho tiempo y la adrenalina que le cubría el cuerpo entero era extrema, sumándole a eso, sus ojos escocían. Definitivamente no había dormido lo que requería, todo por culpa de su mente imaginándose futuros inciertos en nuevas tierras. Se la había pasado todo el tiempo dando vueltas en su cama, tratando de conciliar el sueño, lo cual no había logrado tan exitosamente.

Emilio suspiró viendo el pequeño reloj que descansaba sobre su buró, el cual resaltaba el horario en números rojos. 5:40. Cuando fue a ver a Aithérios un par de horas atrás, habían acordado verse en la entrada antes del amanecer. Así que básicamente era el momento. Se levantó de la cama yendo directo hacia la silla donde posaba su mochila, la tomó poniendo las correas sobre sus hombros y respirando con fuerza, fue hacia la puerta a pasos lentos, movió el picaporte con el mayor silencio posible. Salió y fue directo hacia la puerta, viendo ahí a Aithérios, el cual tenía la ropa que le había entregado ayer. Unos pantalones de mezclilla junto con un suéter de lana rojo que le hacía resaltar el color de los labios y las mejillas.

—¿Listo?

—Si, vamos.

Emilio sacó las llaves de su casa para quitar el seguro, pero se extrañó al ver que no estaba puesto. Generalmente su madre era muy paranoica en ese asunto. No creía que fuera un simple olvido, algo pasaba.

—¿Qué ocurre?, ¿te arrepentiste?—preguntó Aithérios con una ceja alzada.

—No, es que esto—señaló a la chapa—, está abierto.

—¿Y?

—Siempre está cerrado, es extraño.

—Bien Sherlock—rodó los ojos—, ¿quieres investigar el misterio?, o, ¿irte de aquí?

—¿Ambas?, solo déjame ir a dar una vuelta a la casa, por cualquier cosa—pidió con una mueca de preocupación marcada en sus facciones.

—Apúrate.

—Gracias, regreso rápido.

Aithérios bufó y fue hacia un sofá, sentándose sobre el, dispuesto a esperar ahí. Emilio dejó la mochila en el suelo y comenzó a ir por los cuartos, viendo que no hubiera entrado nadie. No encontró nada extraño o fuera de lo normal, hasta que llegó al cuarto de sus padres. Situado frente a la puerta no sabía si arriesgarse a abrir, pero decidió que lo mejor era averiguar. Respiró un par de veces y abrió, no había nadie. ¿Ellos habían salido sin contarle?

—Que raro...

Fue nuevamente con el chico de piel porcelana, aún confundido sobre lo que estaba pasando.

—Te van a salir arrugas.

—¿Qué?—parpadeó continuamente, algo confundido, saliendo de sus pensamientos.

—Digo, obviamente te van a salir—rió suavemente—, comenzaras a envejecer pronto, es la naturaleza humana, pero si sigues frunciendo tanto el ceño será peor.

—Mis padres no están—dijo, ignorando lo dicho por el chico frente a él.

—¿Les gusta dar paseos en la madrugada?

—No—negó con la cabeza repetidas veces.

—Quieres buscarlos, ¿verdad?

Emilio mordió su labio inferior. Estaba preocupado, iba a irse, si, pero necesitaba saber que sus padres estaban bien antes de hacer cualquier cosa. A fin de cuentas ellos habían cuidado de él todos esos años.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 15, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Aithérios                         (ᴱᵐⁱˡⁱᵃᶜᵒ)   [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora