Sin Salida

Cura mis heridas.

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Cura mis heridas...

Habia transcurrido un mes desde que el señor Prussia llegó a nuestra casa, con cada maldito día que pasaba a su lado me enamoraba más de él, con mi hermano Argentina comence a mantener distancia, ya no deseaba involucrarme emocionalmente con él.

Al principio de resistió, pero ahora la convivencia con él y mis otros hermanos es un infierno. Mientras que mi padre continúa cesante, gracias al señor Prussia hemos logrado subsistir en este mes. Mis hermanos siguen asistiendo al liceo, sin embargo a mí me sacaron, papá dijo que me pondría a generar dinero.

Papá y yo estamos solos en casa, alegre menciona que hoy inicio en mi nuevo empleo, sin embargo no hemos salido de casa. De pronto tocan el timbre, papá abre y deja entrar a un hombre. Es un un tipo de ojos rasgados, por lo que deduzco es chino. Debe medir sobre el 1,80 y es bastante fornido.

El sujeto me recorre de pies a cabeza y luego le entrega un fajo con billetes a mi padre el cual se acerca a mi cogiendome con violencia del brazo.

—Mas vale que os porteís bien cabronazo, de lo contrario puede ser mucho más violento que yo—. Dicho esto me arrojó contra el chino.

—Puedes quedarte y presenciar España—Dijo el chino mientras me cogía con fuerza del cabello para luego escupir mi rostro—. Más vale que valgas lo que pagué por ti puta.

El chino me arrastra hasta el sillón, me tira en este para luego sacar su gran, grueso y húmedo miembro. Él solo verlo me provoca miedo. Me toma tan fuerte del pelo que me quejó del dolor, aprovecha ese momento para meter con brusquedad su miembro en mi boca. De una sola embestida llega a mi garganta provocándome secadas.

Mi padre se une, sin pudor se desnuda mientras golpea mis mejillas con su erecto pene. Me obligan a chuparselos a ambos, de turnaron para llenar mi garganta de semen. A base de cachetadas me obligaron a tragar y a limpiar con mi lengua lo que cayó al piso.

Solo me limitó a llorar y mi colita se esconde entre mis piernas. Me siento sucio, usado. No sé qué hacer, en este momento simplemente deseo morir.

—Chaval tengo ganas de mear— mi padre canturrea con burla.

—Que está puta se tome hasta la última gota de tu meada— dice el chino entre risas.

Es ahí cuando me coge del cabello y a bofetadas me obliga a abrir la boca. Papá pasa su baboso glande por mis labios, cuando abro obligadamente la boca Comienza a orinar. El sabor era raro y me provocaba arcadas, aún así tragué todo.

Luego de eso me desvisitieron, me obligaron a ponerme en cuatro, pude sentir como juntaban algo pegajoso en mi orificio anal, intenté removerme, gritar, más papá volvió a meter su pollón en mi boca, posteriormente sentí como el glande del chino empujaba mi ano hasta que de una sola y brusca estocada entro hasta el fondo.

Dios, me está matando del dolor y sin importarle siquiera comienza a moverse desquiciadamente, mi padre le imita el compaz y yo siento que muero.

No sé cuándo tiempo ha pasado hasta que el chino se corre en mi interior, posteriormente papá mete su pollón en mi trasero. Siento que me parte en dos, el dolor es inaguantable. Dejó de llorar y forcejear, después de todo de nada sirve hacerlo.

De pronto llega Bolivia, y al presenciar la escena no duda en unirse. Es ahí cuando papá y el me practican una doble penetración. Mientras el chino orina mi rostro. Entre burlas, insultos y golpes se corren en mi interior. Siento nuevamente la puerta, fijó mi mirada en la persona que llegó al ver que todos se quedaron estáticos.

Era el señor Prussia quién miraba horrorizado la escena, al verlo sentí tanta vergüenza que rompí en llanto, el señor Prussia me tomo entre sus brazos y fue en ese momento que todo se volvió negro para mí.