Al día siguiente, se arregló de la mejor manera posible, poniéndose una camisa que su madre había hecho especialmente para la ocasión, y salió, agradeciéndole a Dios que por fin las vacaciones hubiesen terminado. Pero el niño no apareció. Y así pasó otra angustiosa semana, hasta que supo, por algunos amigos, que se había mudado de ciudad. “Se fue lejos”, dijo alguien.
En ese momento, Harry aprendió que ciertas cosas se pierden para siempre. Aprendió también que había un lugar llamado “lejos”, que el mundo era vasto, su aldea, pequeña, y que la gente interesante siempre acaba marchándose. A él también le habría gustado irse, pero todavía era demasiado joven; aún así, mirando las calles polvorientas de la pequeña ciudad en la que vivía, decidió que algún día seguiría los pasos del niño. Los nueve viernes siguientes, conforme a una costumbre de su religión, comulgó y le pidió a la Virgen María que algún día lo sacase de allí.
También sufrió durante algún tiempo, intentando inútilmente encontrar la pista del chico, pero nadie sabía donde se habían mudado sus padres. Harry empezó a creer entonces que el mundo era demasiado grande, el amor, algo peligroso, y la Virgen, una santa que vivía en el cielo distante y que no escuchaba lo que los niños pedían.
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Once Minutos
FanfictionHarry es de un pueblo del centro de Inglaterra. Todavía adolescente descubre su homosexualidad. Viaja a Londres, en donde conoce a un empresario que le ofrece un bueno trabajo en Ginebra donde ejerce la prostitución y conoce a poco conocido pintor...