Capítulo 1-. ¿Una justiciera del amor?

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Todos miraron a aquella chica con una gotita de nerviosismo por su infantil frase, pero con cautela, precaución y alerta el peligroso arco junto a la claramente afilada flecha de plata.

¿Que se creía con esa infantil frase? ¿Una justiciera del amor? ¡Por favor! Era evidente que ya era bastante grande como para jugar a creerse la superheroína, ¿No?

¿Que se supone que era? ¿Una loca enamorada de Meliodas? Lo de loca estaba más que claro por la peligrosa arma que cargaba, y las evidentes intenciones de lanzar la flecha.

Pero por otro lado, la mayoría la miro con molestia y fastidió, ¿Otra más que intentaba separarlos? Y la pregunta del millón; ¿Ahora con que excusa les saldría? ¿Una nueva? O... Saldría con el típico: «no pueden estar juntos porque uno es un demonio, y ella una diosa» ¡Por favor! ¡Eso sería una excusa demasiado usada! Y lo peor es que era una excusa sin fundamentos, pero no podía usar esa pésima excusa, ¿No?

Por supuesto que no podía ser eso, había una, dos, tres y mil excusas más, que el típico: «porque tú eres un demonio y ella una diosa» que se podía inventar, que, seguro eran muchísimo mejores que esa excusa demasiado usada.

—¡Esto debe detenerse! ¡Ustedes no pueden estar juntos porque tú él es un demonio y ella una diosa!

La gran mayoría de los presentes, si no es que todos, se dieron un gran y sonoro golpe en la frente, tenían cara de cansados, y fastidiados, ¿Es que acaso no se sabían otra?

—Otra más... —murmuro Meliodas más que estresado con un tic en el ojo, se supone que aquel día sería uno muy alegre... Pero aquella chica lo estaba arruinando.

Elizabeth colocó sus manos encima de sus hombros masajeando un poco, le dedicó una dulce sonrisa, aunque ella también tenía cara de cansada y algo frustrada porque estaban arruinando aquel día en el que por fin uniría su vida con su amado... Y se suponía que aquella vez ni la muerte los separaría.

—Cálmate, ¿Si? Seguro lo resolveremos, quizás hasta es un error —le susurro con suavidad.

Meliodas vio a su casi esposa, le correspondió la sonrisa y asintió, comenzando a calmarse de inmediato.

—¿No te sabes otra excusa? —pregunto Meliodas en un suspiro, claramente cansado.

—¿Eh? —la chica pareció desconcertada.

—Disculpe, ¿Cuáles son sus argumentos para decir eso? —pregunto Elizabeth, con toda la amabilidad y paciencia que tenía en aquel momento.

—¿Mis argumentos...? —cada vez se desconcertaba más.

—Si —dijo Meliodas de forma algo seca—. Todos los que han intentado separarnos dijeron lo mismo, ¿Porque no podemos enamorarnos solo porque soy un demonio y ella es una diosa?

La chica se veía sorprendida, no se esperaba que le fueran a replicar.

—P-porque eso fue establecido hace muchísimos años —dijo con cierto nerviosismo en su voz.

Meliodas frunció el ceño, se estaba comenzando a molestar, ¿QUIÉN era ELLA para decidir quién se debía enamorar de quien y porque?

Elizabeth, dándose cuenta, tomo su mano acariciándola con cariño y suavidad, de nuevo se calmó, su amada Elizabeth siempre sabía perfectamente cómo hacerlo calmar.

—¿Quien? ¿Porque? ¿Cuando? ¿Que argumentos tuvo? ¿Con qué derecho estableció aquello? —pregunto serio, pero calmado.

—¡E-eso es información confidencial! —dijo nerviosa.

Todos la miraron con extrañeza, parecía que aquella chica definitivamente se creía alguna especie de justiciera del amor. Bien, dejando de lado que se notaba que ya era mayor para jugar a los superhéroes, lo cierto es que su fantasía tenía algo de real, pues el peligroso arco que portaba era real.

Error | Meliodas X OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora