Después de pasar toda una tarde planeando lo que haríamos en la noche, nos fuimos a nuestras respectivas casas para tomar lo necesario y dejar pasar el efecto de la cocaína. A pesar de haber sido el que menos fumó, me sentía mareado y la vista la tenía borrosa. Tanto que mientras caminaba hacia mi casa, choqué con el buzón de una casa causando que se rompiera.
-¿Te encuentras bien?- Mientras estaba en el piso, pude distinguir una voz desde algún punto de la calle. Al no obtener una respuesta de mí parte, escuche unos pasos acercándose hacia mí.
-¿Necesitas ayuda?- Esas fueron las primeras palabras que me dirigió la persona que cambiaría mi vida para siempre. Entre abrí mis ojos e intenté acostumbrarme a la luz que había detrás de ella, era una luz tan blanca y cegadora que mientras se acercaba daba la ilusión de ver unas grandes y hermosas alas descansando en su espalda. "Es la cocaína, es lo que fumé" me repetía en mi cabeza un par de veces hasta que se acercó lo suficiente para que pudiera diferenciar su rostro y confirmar que no había unas alas en su espalda, solamente una luz casi celestial que la iluminaba entre la oscuridad de la noche.
Al verla de cerca, pude distinguir unos amables y sinceros ojos marrones que tenían una pizca de preocupación. Se había agachado un poco y me tendía su mano para ayudarme sin embargo yo seguí sin mover un músculo y fué cuando me di cuenta que no había respondido a ninguna de sus preguntas.
-Si, estoy bien ¿Por qué preguntas?
-Mmm... ¿Sera porque estan sentado arriba de clavos, metal y trozos de madera?.- Sus ojos se achicaron cuando soltó una pequeña risa que me hizo darme cuenta que, en efecto, seguía arriba de un buzón. Su buzón
Me reincorpore aun mareado pero más despierto que hace unos minutos.- En verdad lo siento, no me di cuenta que caminaba hacia tu buzón hasta que fue demasiado tarde. Lo arreglare, te conseguiré uno nuevo. Lo juro.- A pesar de que sabía que no tenía dinero ni para comprarme unos nuevos pantalones, lo menos que podía hacer era disculparme.
-No te preocupes por el buzón, de todas formas ya era viejo y había que cambiarlo.- Me ofreció una sonrisa sin mostrar sus dientes y me di la oportunidad de verla un poco mejor. No era tan alta, pero si lo suficiente para que quedara a la altura de mi nariz. Llevaba el pelo medio recogido y se le escapaban unas ondas por los lados de su cabello café al igual que su piel. Deje de observar cuando escuche una sirena acercándose y supe que era momento de huir.
-Bueno, tengo que irme. ¡Nos vemos luego!.- Sin más corrí a dirección contraria al sonido de la sirena dejando atrás a una bonita chica confundida, pero prefería dejara esa desconocida a dejar a mi madre sola. Aceleré mi paso hasta que ya no escuche la sirena y llegué a mi casa.
-¿En donde estuviste toda la tarde, eh? ¡Te estuve esperando para ir a ver a tu abuelo, Irad!- Desde que abrí la puerta del lugar en donde dormía y a veces iba a comer, supe que me vendría una buena regañiza y no sería fácil zafarse esta vez.
-Por ahí. Estoy bien, no volverá a pasar.- Sin voltear a ver a mi madre, me dirigí a las escaleras para preparar las cosas para el asalto de esta noche. Chris era muy estricto con la puntualidad, le gustaba repasar todo el plan y asegurarse de que no nos atraparan.
-"Solo paseaba con mis amigos". "Deja de preocuparte tanto, estoy bien". "Son solo unos minutos tarde, no es para tanto". ¿Esas y cuantas más mentiras te vas a inventar, Irad? Nunca estás en casa, ya ni siquiera te veo o hablo contigo, no me preguntas cómo me va. Nada es como antes. Ni a tu abuelo quieres ver, ¿Qué es lo que sucede contigo?- Me detuve en las escaleras al oírla hablar y no pude evitar enojarme conforme continuaba con su discurso.
Me acerque a la sala en donde ella se encontraba y no pude ocultar todo el enojo y frustración que sentí desde mi hermano.- ¿De verdad quieres saber lo que me pasa? Lo que pasa es que mi hermano se murió, las personas que se hacen llamar mis padres no hicieron más que pelear y odiarse más de lo normal durante ese tiempo que mi hermano se murió oyendo cómo discutían. Me dejaron solo después de Said, después del divorcio y ahora.¡Si no tengo ganas de ver a nadie de mi familia es porque en verdad no vale la pena estar con ustedes!
-¿Y de verdad no crees, no se te atraviesa por la mente que también ha sido difícil para mí? ¿De verdad eres tan egoísta como para no darte cuenta que perdí a dos de las personas que más amaba y estoy perdiendo a la tercera? ¿No notas como se me cae el pelo por el estrés y preocupación de que no te falte algo que comer?.- Silencio total. Ninguno decía nada. Solo nos mirabamos con los ojos casi saliéndose de nuestras cuencas, reflexionando lo que cada uno acababa de decir.
Aún sin decir nada se sentó en el sillón que ocupaba papá, el más grande y cercano a la televisión. Comenzó a llorar, pero no era un simple llanto, era un llanto desgarrador y que llevaba guardado un buen tiempo. No me inmute, seguía muy enojado y no pensaba acercarme a ella hasta que levantó la cara y habló entre sollozos.
-Sé que estos meses han sido difíciles para todos. Sé que no soy la mejor madre y no te he apoyado y recordado lo mucho que te amo. Ricardo y yo tenemos la culpa por no haberlos apoyado y por forzar algo que no existía. Desde que no estoy con tu papá y que tu hermano no está, de verdad me he esforzado por ser alguien mejor para tí y de verdad lo intentó. Nada de esto es fácil para ninguno de los dos pero tenemos que estar juntos, yo no tengo fuerzas ya pero se que Dios nos librará de todos nuestros problemas y tristezas. Él es el que tiene la solución y se que de esto va a salir algo bueno, pero tenemos que confiar en Él y su palabra.
-Por favor mamá, no me digas que crees en esas estupideces. Si Dios existiera, mi hermano estaría aquí, ustedes hubiesen resolvido sus problemas y estaríamos todos juntos aquí.- Si antes mi enojo iba reduciéndose, ahora parecía un volcán que no tenía ninguna intención de apagarse.- Si hubiera alguien Todopoderoso allá arriba, hubiera escuchado todas las madrugadas que le pedía que sanara a mi hermanito y que me devolviera a la familia anormal pero feliz que tenía.
Mi madre no se movía ni un milímetro. Nunca fuimos una familia que fuera muy apegada a la religión. Cuando íbamos a visitar a mis abuelos los acompañabamos a la Iglesia y nos quedabamos a escuchar al Pastor y todo, pero al menos yo nunca me consideré un buen creyente; más bien estaba en un punto medio entre el creer y no hacerlo. Ya no salían lágrimas de sus ojos, estaba más tranquila y por el otro lado yo seguía enojado.
-Yo pensaba lo mismo, lo culpaba de mis problemas. Y tienes razón, a lo mejor y Said estaría jugando en la otra sala, a lo mejor y tu padre estaría atravesando esa puerta después del trabajo y con los brazos abiertos para recibirnos. Es por eso que fuí a buscar respuestas a la Iglesia, quería saber porque Dios no nos había ignorado y hecho pasar por todo esto. Esa noche conocí a Esther, ella me explicó que Dios nos usa de diferentes maneras y todo es con un propósito, ese es...
-Mamá, la verdad no quiero escuchar un discurso religioso. No me interesa escuchar como nos está castigando Dios al hacernos pasar todo esto y obligarnos a vivir los días recordando cuando fuí feliz. No hay leche, regreso despues.- No la dejé terminar de hablar porque el aire se había vuelto más denso para mí y la espina que sentía en mi pecho no era buena señal. Me acerque a mi madre y le di un beso en la frente para después salir de ese ambiente tan incómodo que se había formado.
Fuí a sentarme en la rama de un árbol que se encontraba cerca de casa. Gracias a la gran variedad de colinas que había en la ciudad, había varios puntos en donde se podría ver las casas y como todos iban y venían sin percatarse de mi existencia. Mi abuelo nos había enseñado este lugar, antes había una casa tan vieja como el gran árbol pero decidieron demolerla y dejaron el árbol en el que veníamos todas las tardes que mi abuelo venía a vernos. Era un lugar tranquilo y me calmaba; algunos de mis mejores recuerdos fueron junto a este árbol.
Sabía que dentro de mí mamá había un gran dolor, pero yo también había sufrido y desde mucho antes. Pero aún así no había justificación para dejarla sola; era lo único que me quedaba y lo estaba perdiendo. Me decidí a estar más presente para mí madre y no hacerla pasar por más dolor. Ya estaba dispuesto a irme, ya que mi reloj marcaba las 10:45 pm cuando algo llamó mi atención. Las luces rojas y azules viajaban a gran velocidad y con apuro, y eso solo sucede cuando hay un robo. ¡Zar y Chris! ¡Lo había olvidado por completo! Bajé lo más rápido que pude del árbol y corrí colina abajo hacía el supermercado donde tenía que estar hace más de una hora.
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El Sonido del Silencio
General FictionEn la vida siempre tenemos nuestros buenos y malos momentos, o eso es lo que dicen; ya que Irad a sus 17 años no a tenido una vida del todo rosa. Después de perder a su hermano menor y sufrir la separación de sus padres, las cosas solo han ido empeo...