T H R E E

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Le lleva una mano suave, muy suave, tanto que se siente falso el agarre. Casi sería imposible creer que esa mano fuerte y de venas prominentes podría tener esa textura aterciopelada.

     Los ojos de NamJoon viajan de ambas manos, la espalda de SeokJin y una vista a todo su cuerpo. Le puede ver a la perfección desde atrás.

     El hombre sí que sabe caminar con tacones altos, seguro e imponente. Y no por llevarlos deja de verse masculino. Una combinación sin duda extraña, pero hipnótica. Tanto, que NamJoon deja hacerse, arrastrarse. Sin protesta o preguntas.

     SeokJin le lleva a la zona del servicio de habitaciones. Era lógico. Para NamJoon está bien, es el único que se siente impaciente en ese sentido y quizá el bailarín lee mentes.

     A la entrada les recibe un hombre. Viste todo de negro como los demás del personal y es atractivo también. NamJoon comienza a creer que todos ahí lo son, como los de seguridad de la entrada, los de la cantina y ganándole a todos: el tipo que le lleva de la mano.

     Parece sorprenderse al ver al rubio, pero no dice nada.

     —Dime que hay aún alguna habitación libre en el segundo piso. —Lo dice bastante seguro. En el tono empleado puede saberse que ambos hombres se conocen. Apoya el brazo libre en el pequeño mostrador de madera y le sonríe al tipo.

     Aún siguen con la union en las manos.

     El trabajador levanta una de sus cejas. Sigue sin contestar, sus ojos solo se desvían al cuaderno. Asiente y SeokJin parece aliviado.

     —Dame alguna —ordena y el otro busca la llave.

     NamJoon suelta la mano de SeokJin después de la petición, dispuesto a buscar su billetera y pagar por el servicio.

     —Cargalo a mi cuenta. —Se le adelanta, impidiendo que el moreno abra la billetera. El tipo prosigue con el procedimiento.

     —No, de ninguna manera. —Su gesto de ofensa es notorio, tratando de insistir—. Por favor... —Intenta dirigirse al encargado de las habitaciones, pero el dedo que se posa en sus labios le hace callar de inmediato y desviar la vista al culpable.

     La mirada de SeokJin es relajada, parece divertido y cuando los ojos le encuentran, sonríe.

     —Pareces no entenderlo aún. —La cercanía de nuevo es bastante peligrosa para NamJoon, le tiene a escasos centímetros de sus labios, sonriendo y hablando con ese tono bajo y sumamente profundo, algo rasposo y déspota—. Yo no soy tu conquista —pronuncia aquello con cierto sarcasmo—, tú eres la mía. Así que solo déjame impresionarte.

     Y sí que está impresionado. Siente esos soñados labios rozar contra su piel, después el tacto en la comisura. SeokJin tiene la mirada clavada en los labios y su dedo, lo desliza apenas un poco, bajando el inferior y se lanza contra él en un beso en la parte que no cubría con el índice. Afianza la carne entre sus dientes y la deja escapar en un tirón. La respuesta de NamJoon fue tan necesitada, abriendo los labios y buscándole con la lengua; su cuerpo empujando en contra buscando un beso directo que nunca llegó.

     SeokJin ya se había separado, complacido por la reacción ajena. Los labios del moreno sienten hormigueo ansioso.

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     Quiere más.

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     Su mirada lo exige, perdida en los labios de SeokJin.

     La persona frente a ellos les siguió con la vista en todo momento. Está acostumbrado a ese tipo de cosas, incluso a demostraciones de afecto peores y desvergonzadas. Es parte de su trabajo así que finge no ver nunca nada, pero en esa ocasión, le fue difícil. La curiosidad está instalada.

R E D · ﹝ᴊɪɴɴᴀᴍ﹞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora