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[...]

El camino a mi casa fue hablando boludeces y riéndonos un poco. Finalmente, tras unos quince/veinte minutos de caminata llegamos.

—Bueno, si estas triste o me necesitas mándame un mensaje y vengo sin drama sea la hora que sea—me da un beso en la mejilla—.

Apenas el dió un paso, algo me impulsó a proponerle o más que proponerle preguntarle si le jodia quedarse.

—Valen, ¿Te jode quedarte?

—No me jode Mar y lo sabes.

Pasamos a mi casa.

—¿Salen unos matezulis con bizcochitos en el patio de tu casa?—propone Valentín—.

—Casi las doce de la noche y me tiras esta propuesta, te amo a más no poder—digo depositando un fuerte beso en su mejilla y Valentín se ríe—.

—Anda afuera, no sé, salí a ver que onda el clima que yo preparo todo—acota Valentín—.

—Te espero Valen.

—No, te dije que vayas afuera que yo preparo todo—me repitió el ojiazul—anda que yo ya sé dónde está todo en tu casa—insistió—.

Salí afuera, Valentín a los siete/ocho minutos salió con los bizcochitos bajo el brazo, el termo y el mate en la mano.

La noche estaba despejada, la luz del patio de mi casa no era tan intensa por lo que permitía ver el cielo estrellado.

Intercambiamos anécdotas, opiniones y chistes mientras nos tomamos unos mates. Creo que así estuvimos como por una hora y media.

—Me parece que me voy a ir a casa, ya estoy medio cansado—dice mediante un bostezo—.

—¿No te queres quedar a dormir?—le hice un pucherito—.

—Tus pucheritos me pueden, dale, me quedo.

Me cambié la ropa por algo más cómodo para dormir, hice la rutina de todas las noches y fuimos a mi habitación para dormir.

[...]

viernes, 10.30hs

Me desperté, y Valen no estaba a mi lado. Miré por la puerta de la habitación, ahí venía con dos vasos de chocolatada y dos alfajores de chocolate en una bandeja.

—Buen día pipi, traje el desayuno—me saluda apoyando la bandeja en la cama—.

—Es que sos un sol Valentín—digo tapándome la cara no pudiendo más de la ternura—.

Me da un beso en la mejilla para después sentarse en la cama.

—Tengo ganas de ver a Guada y Alejo—comento mientras bebo un sorbo de chocolatada—.

—Tendriamos que juntarnos a almorzar—acota Oliva—.

—Si, después mando un mensaje al grupo para invitarlos a casa.

—Al grupo no, crea otro y salí del que tenés, o avísales por privado.

—Cierto, me había olvidado que está metido el otro gil en el grupo.

—Igual yo no decía acá, decía que saliéramos al aire libre para despejarnos un toque. Las últimas siete juntadas fueron en una casa o en un boliche.

—Tenes razón Valu.

Desayunamos juntos, hablando sobre los planes para el día de hoy. Avisamos por privado a los chicos dónde nos encontrábamos para almorzar y vernos un rato.

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