009

244 25 7
                                    

Valentín;

—¿Qué haces acá?—pronunció Mar al verme en la puerta de su casa empapado por la lluvia—.

—Vine para que hablemos Mar. Te pido por favor que me escuches—hablé y ella negó—Por favor, Mar.

—Te escucho pero ¿Realmente debería escucharte? Cuando yo quise que me escucharás vos te negaste Valentín—soltó con decepción—.

Tenía mucha razón. Fui un imbécil al no querer escucharla.

Y podría jurar, que ese Valentín me dolió. Porque sonó con decepción y enojo.

—Te extraño Mar y se que vos me extrañas tambien. Se que reaccioné como el orto, pero entendí todo mal y me puse un toque "celoso". Me encantas Mar, me encanta todo de vos. No quiero perderte, dame la oportunidad de demostrarte que puedo hacerte feliz. Quiero ser el pibe que siempre soñaste tener a tu lado y ninguno supo hacerlo. Te pido perdón por hacerte sentir mal, te juro que yo no quería eso—tomé sus manos y la miré en todo momento a los ojos—.

—Valen, no hubo un solo día que no llorara por vos. Te alejaste por una tontería nada más, y me dolió. Me perdí verte en el Luna. Yo, tu mejor amiga, que se mejor que nadie todo el esfuerzo que hay detrás de esas letras. Vos también me encantas. Nunca estuve enamorada de Alejo, me enamoré de vos, mi mejor amigo desde que éramos dos bebitos. Me sentí incompleta estos días que estuve sin vos, me hiciste mucha falta. Sinceramente, yo te daría esa oportunidad. Porque sé la clase de persona que sos y que no me romperías en mil pedazos el corazón.

—¿Entonces me dejas ser tu Romeo?—pregunté acercándome un poco más a ella—.

—No quiero un Romeo. Quiero un Valentín—respondió ella aún cerca de mí, esbozando una sonrisa por primera vez en la tarde—.

—¿Y exactamente que Valentín?—consulté—.

—Valentín Oliva—contestó—.

—¿Y es uno que se llama igual que yo o soy yo?

—Es uno que se llama igual que vos. Na, mentira. Sos vos.
Porque no hay Valentín que pueda igualarte. Nadie me hace tan bien como vos Tin.

—¿Entonces me das una oportunidad?

—Te doy la oportunidad de seguirme haciendo bien. De que me mires y me hagas sentir inmortal. De que me alivies con un abrazo. De que estés a mi lado, con eso me basta. Pero sobre todo que me hagas creer otra vez en el amor verdadero.

Sin dudarlo, me acerqué más a ella. Puso su mano en mi nuca, yo rodeé con mis brazos su cintura y la besé. El beso que tanto esperamos.

—Sos hermosa Mar—le recuerdo para hacerla sonreír y correr un mechón de pelo detrás de su oreja—.

Ella sonrió y acarició mi mejilla. No me resistí y la volví a besar.

La quiero desde que éramos dos bebes, y con el pasar del tiempo mi amor por ella fue creciendo. Jamás pensé que se convertiría en tal amor. Tampoco imaginé que me enamoraría de ella.

Pero pasó.

Miradas « WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora