Un perfecto Omega / Akuatsu/ Omegaverse

Pequeño

Era una noche tormentosa, la lluvia golpeaba todas las ventanas, hacía crujir los árboles y junto con el viento se podía escuchar un sonido casi inaudible, era un grito, era un llanto similar al sonido que hacen los gatitos, pero nadie tenía tan buen oído como para escuchar ese sonido, después de todo... a quién le importaría si alguien lloraba afuera con ése clima.

Pero un pequeño niño de cabellera naranja lo pudo escuchar, el pequeño apartándose de los otros niños siguió el sonido hasta la puerta de esa gran casa, de esa mansión, que él, a pesar de haber llegado hace apenas un año allí, podría llamar algo así como... un hogar.

Después de todo, allí llegaban los niños que no tenían casa.. que no eran importantes para nadie, por eso el pelinaranja corrió al escuchar el sonido hacerse cada vez más fuerte, para salvarlo... como alguien no lo había hecho con él.

Llegando a la gran puerta principal la abrió y observó una pequeña canasta, donde una manta algo sucia se movía, un poco mojada con algunas gotas de lluvia... pero a pesar de eso prácticamente seca, él jovencito tomó la canasta y entró con el pequeño paquete a la gran mansión, donde se dirigió a la oficina principal, en la cual estaba él hombre al que todos los niños del lugar llamaban "el jefe".

Tocando la puerta de la oficina, un hombre aclaró con voz imponente para que entrara y con paso lento pero firme el niño le entregó la canasta, diciendo que él había encontrado al bebé en la puerta principal y que con este clima nadie debería estar afuera, luego de esta explicación, él hombre le dijo al pequeño que se fuera su cama, que ya era bastante tarde, que tenía que dormir y haciendo caso él pequeño cerró la puerta, sin saber que el destino de la pequeña criatura, la cual él había salvado, era más triste de lo que jamás pensó imaginar, que cerrando esa puerta con la misma inocencia con la que la abrió, ese hombre de cabello azabache con un alto rango en la mafia y siendo un Alfa dominante, le haría la vida imposible a esa pequeña criatura que no poseía la culpa de ningún mal que se le hiciese en un futuro, al pequeño infante al cuál llamarían Ryūnosuke Akutagawa.

¥-----------------€

Un bebé pequeño y menudo, el cuál, si nunca hubiera sido encontrado probablemente abría muerto por lo frágil de su ser, ahora se encontraba gateando alrededor de una habitación, habitación que estaba rodeada por otros niños pequeños, la mayoría tenían alrededor de 1 año además unos tres adultos los supervisaba.

Ryūnosuke Akutagawa... era raro que un niño de ese lugar tuviera apellido, algunos dirían que él llegado en canasta tenía suerte, ya que luego de que el niño dejara al bebé en la oficina del "jefe", este luego de estar unas horas encerrado en esa habitación salió con el bebé en brazos diciéndole a sus hombres que trajeran algunos papeles, los cuales al firmarlos, dejaba puesto en tinta que el hombre de cabello azabache era el padre del bebé que recién había adoptado, de ahí el origen del apellido Akutagawa.

Ése bebé no era consciente de la maldición que traía su nuevo apellido, el cual, por generaciones sólo nombrarlo era sinónimo de muerte, de peligro y de venganza y actualmente no era muy diferente esa historia, lo único que había cambiado era que, él ahora más alto rango de la mafia, tenía una mansión especialmente encargada para funcionar como guardería de niños abandonados, de niños no deseados por sus padres, para que luego, al convertirse en adultos, trabajarán para él en los bajos callejones que recorrían el mundo de la mafia.

Sin importar su género Omega, Beta o Alfa, todos tenían una función, los alfas por supuesto, eran los altos jefes, que desde pequeño les eran impuestas responsabilidades para que aprendieran lo que les deparaba el futuro, los Betas prácticamente trabajaban como soldados, como mensajeros y como mano derecha, finalmente los Omegas, prácticamente eran tratados como esclavos y sirvientes, de tal forma que al llegar a alguna casa de algún jefe de la mafia se podía encontrar mínimo 10 Omegas trabajando como sirvientes para cada uno de los miembros de la familia.
.
.
.