Capitulo I

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Desde muy pequeñas, mi hermana y yo somos sensibles. Veíamos y escuchábamos cosas que los demás no podían, cosas extrañas y perturbadoras. Jazmín siempre fue un año mas grande que yo, pero a la edad de cuatro y cinco comenzamos a notar. 

Muchos dicen que a esa tierna edad, los niños son más perceptivos y energéticos. Los adultos dicen que podemos ver cosas que ellos no; fantasmas, almas, amigos "imaginarios". Pero mi hermana y yo no creemos eso, creemos que las cosas que vemos no son "imaginarias", si no reales y tangentes. 

Cuando ambas teníamos entre nueve y diez años nuestra hermana Julieta, de veinte, fue asesinada a manos de su ex novio Kevin, o como nosotros solíamos llamarlo: "Kev". Había desaparecido una semana antes de que fuera hallada estrangulada, maniatada y violentada sexualmente. Tenía golpes en los brazos, la cara y las piernas. Diez días después, Kev se suicidó con el arma de su padre. Fue muy duro para nuestra familia, pero nosotras eramos muy chicas como para entender. 

Poco tiempo después, la voz de Juli nos empezó a llamar. La escuchábamos en todas partes: la habitación de mamá y papá, su propia habitación, el baño, la cocina y el comedor pero el lugar con más frecuencia sobrenatural, por decirlo de alguna manera, era la sala de estar lugar favorito de Juli. Ahí ella tenía todas sus pertenencias, sus libros de la universidad, sus discos de música y todas las cosas que usaba cotidianamente. 

Las cosas nos pasaban cuando nos encontrábamos solas allí, cuando nuestros padres dormían la siesta,  cuando estaban distraídos en un ambiente más lejano como el lavadero o el piso de arriba o cuando simplemente iban al patio a charlar con los vecinos. Muchos dicen que no es verdad, que estábamos y estamos locas, pero todo lo que nosotras dijimos fue y es verídico. Hubo un momento en el que el cuadro de mi hermana con su novio se caía o se giraba del lado de la pared, como si no quisiera que no lo vean. Al principio pensábamos que era el viento, ilusión nuestra, que quizá a nuestra madre le daba dolor ver esa imagen, pero mientras pasaba el tiempo ya lo escéptico no nos convencía del todo.  

Mas eramos unas simples niñas, ¿quien iría a creernos? para nosotras se nos estaba volviendo normal, hasta que un día como cualquier otro aquel cuadro que tanto misterio nos daba, salió volando de su lugar y estalló en pedazos contra una de las paredes del hogar, provocando que se rompiera y causara un gran estruendo, tanto que nuestros padres acudieron al lugar y nos regañaron por dicha acción, ¡que ni siquiera era nuestra culpa! Cuando explicamos la situación, no creyeron nuestras palabras, decían que era cosa de niños, un cuento torpe que intentaba librarnos del desastre que se había causado, pero Jazmín y yo sabíamos que no era así. 

Ese día mi hermana y yo nos enojamos de tal manera con nuestros padres que armamos una gran rabieta y nos separaron de habitación. Yo me quedé en la que compartía con Jaz y a ella la mandaron al cuarto de Juli, al menos por una noche, hasta que se nos "pase". 

Esa noche transcurrió con normalidad, hasta que en plena madrugada se escuchó un grito desgarrador...

Historias de las hermanas Berner.Where stories live. Discover now