↫ Vejez ↬

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—Chan, no volveré a decirlo dos veces— dijo Jihoon con el ceño fruncido y poniendo sus puños en sus caderas.

—Pero papá... quiero seguir jugando— hizo un puchero, y al ver que no cambiaba su expresión, sus ojos se humedecieron —¡quiero seguir jugando!— comenzó con su berrinche.

—Es todo, cuando venga Cheol le diré que desconecte todo— dijo con el mismo tono duro y dio la vuelta.

—¡No! ¡Papá no!— sus emociones le ganaron y se transformó en un cachorrito, llorando detrás de su papá porque quería seguir jugando sus videojuegos.

Chan tenía aproximadamente ocho años humanos, lo que lo hacía estar en la edad ideal para hacer sus berrinches sin poder controlarse. Jihoon lo ignoró mientras seguía preparando el almuerzo, teniendo cuidado de no pisar o golpear al cachorrito que lloraba y aullaba cerca de él.

SeungCheol no tardó en llegar, sólo había ido a la tienda por unas cosas que a Jihoon le hacía falta para preparar un postre. —¿Por qué llora mi cachorrito?— preguntó haciendo un puchero y levantando a Chan en brazos. El cachorro canino seguía llorando, impidiendo que se tranquilizara y tomara su forma humana.

—No quiere obedecer— contestó Jihoon en su lugar —le dije que dejara de jugar con la consola y me pidió cinco minutos, se los di. Ya pasaron y ahora debe obedecer.

SeungCheol frunció el ceño y miró a Chan —¿por qué no haces caso? Sabes que hay consecuencias.

Chan seguía llorando, aullando y ladrando, aunque SeungCheol podía entender, no eran claras sus palabras, así que no sabía qué estaba diciendo. Pero en cuanto el timbre de la casa sonó, Chan levantó sus orejitas y regresó a su forma humana —llegó Hansol— dijo con los ojos llorosos y zafándose de su padre.

Los mayores rieron y dejaron que fuera a recibir a sus invitados. A los niños les encantaba pasar el tiempo juntos, así que Jun y Joshua constantemente llegaban a la casa de los híbridos, o en caso contrario, eran Jihoon y Seungcheol quienes los visitaban. A veces hacían pijamadas, porque al final del día decían que no había sido el suficiente tiempo para jugar.

Pero el tiempo volaba cuando más lo disfrutaban, en un cerrar y abrir de ojos, las cosas habían cambiado; nadie se quejaba, sólo que a veces la nostalgia los invadía y los hacía querer volver a los viejos tiempos. Chan se encontraba parado frente al espejo, arreglándose y mirándose mientras pensaba en su vida.

Desde muy pequeño fue un niño inquieto, risueño, juguetón, y un poco llorón cuando sus padres no le daban lo que quería; en ese entonces no entendía las razones de sus padres para educarlo de esa manera, pero ahora que ya estaba grande lo entendía. Su niñez la vivió feliz, junto a ese gatito con el que amaba acurrucarse porque podía oír sus ronroneos y sentir las caricias que su padre le brindaba, así como con Seungcheol, quien siempre estaba dispuesto a jugar con él aunque llegara cansado del trabajo.

Su mejor amigo era Hansol, creció junto a él desde el primer momento en el que nació, así que no era de extrañarse que se volvieran tan unidos. A veces se sentía extraño, porque se supone que Hansol era mayor que él por siete años, pero ahora, Chan tenía una edad de casi treinta años, y Hansol seguía teniendo veinticuatro años, entendía que los híbridos vivían menos y crecían más rápido, pero lo odiaba porque sus amigos y familia humanos estaban quedándose y él ya iba a casarse.

—Te ves muy apuesto, tal como tu padre el día de nuestra boda— dijo Jihoon al llegar a la habitación, era la misma donde Joshua y SeungCheol se habían arreglado y el canino había ayudado a Joshua a calmar sus nervios por la boda.

Chan miró a su papá a través del espejo, mirando esa sonrisa y esas pequeñas arrugas que comenzaban a formarse en la comisura de sus ojos y labios —gracias papá.

Mío [JiCheol/JunShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora