infectada

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Para Elena dolía al orinar, dolía el tener sexo, dolía caminar, dolía tener simplemente que caminar. Dolía mucho, pero no sé había preocupado por su zona íntima hasta que unas manchas de sangre llamarán su atención, ¿Que podría ser? Se cuidaba en el sexo, su única pareja sexual era el hombre de sus sueños Irving, no había tenido sexo con nadie más. Era un sábado al medio día, se encontraba en el baño, sentada en el inodoro se recargo, abrió las piernas.
Se extraño un poco, tomando un espejo y con cara asustada visualizo la escena de horror mas escalofriante, su sexo enrojecido y algunas extrañas cosas.
¿Verrugas? Eso era.
Con pánico, se levanto, se subió los pantalones y se lavo las manos, aprovecho para mojarse un poco la cara, esto no podía estar pasando.
O tal vez la mente le estaba jugando una broma de muy mal gusto.
Tal vez debería buscar a un buen ginecólogo y que la sacara de esta duda que la estaba carcomiendo casi viva.
Pero recordó que la paga seria en un mes y lloro de miedo, de impotencia de sentirse sola.
¿Estaría mal dejar pasar unos cuantos días pasar? ¿Y si era algo incurable? ¿Que estaría tan mal? ¿A lo mejor alguien de sus anteriores parejas la había contagiado de algo? ¿Y si Irving le era infiel? ¿O era mas de su vergonzoso pasado? ¿Como podía enfrentar de ahora en adelante a Irving? ¿Que pensaría él de ella?
Se horrorizó aun mas y lloro de nuevo, de no saber que hacer y de miedo de lo que su imaginación le mostraba.
No sabia que hacer o donde empezar. Tal vez si iba directamente con su hermana, la podría acompañar al consultorio del ginecólogo y le pediría el enorme favor de no prestarle hasta que le den su paga, podría descartar varias cosas.
Pero odiaba a Melisa y sus discursos, sobre el sexo y matrimonio.
Melisa siempre fue tan buena niña, y tan inteligente, que logro lo que Elena en diez años de relación no había conseguido, el anillo.
Entonces lloro en silencio de rabia y de coraje, derramo su miedo a no tener nada estable o una relación formal, Irving iba y venia y Elena solo tenia que ser comprensiva con él pobre de Irving y sus traumas.
Tenia miedo de terminar con él, pero ahora cambia la posibilidad de que la estuviera engañando y entonces lloro más.
Lloro por las relaciones fallidas, las promesas rotas, las miles de veces que se tuvo que tragar sus palabras y callar, lloro como una niña al recordar como perdió su virginidad y odio aun más seguir con él sexo pornográfico y carente de amor.
Claro que Elena hubiera preferido perder su virginidad de otra manera y con otra persona, no con su pantancillo novio de preparatoria, no ese pedazo de imbécil.
Pero había sido él y nada podía hacer mas que lamentarse,aunque eso tampoco ayudaba de mucho.

Pero después de los años las cosas ya no duelen igual, tardo tiempo en sanar y también beso uno que otro sapo, sin embargo cuando conoció a Irving su mundo se detuvo, era como magia.

Joven y guapo, inteligente y divertido, además de eso tenían la mejor química. Era todo lo que ella quería y podría decir más que eso.

Pero en los últimos días lo había notado un poco extraño, tal solo pensar en eso le heló la sangre.
Respiro un poco mas aliviada y camino al lavabo, mojo su rostro y se vio con los ojos rojizos, la nariz moquienta, no sucede nada de lo que podría preocupar, trato de tranquilizar a su mente y respiro tan hondo, para después expulsar todo el aire de golpe.
Escucho la puerta abrirse y esa voz tan familiar llamándola...

Entre tus dientes. .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora