Besos con sabor a ti.

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Elena había dejado pasar cuatro días, desde el descubrimiento de su sexo enrojecido, no dolía como antes, pero tampoco eso la tranquilizaba, era suerte que Irving tuviera que salir de viaje a Puerto Rico por negocios,después de todo era trabajo, aunque a veces se sentaba en su regazo y le decía antes de morder sus labios en un beso pasional, por favor no tengas sexo con alguna mujer puerto riqueña, entonces Irving, sonreía, solo son viajes de negocio, no hay tiempo para ver a mujeres, esperaba paciente la reacción natural de Elena.

Elena arrugó la nariz, Irving entonces la llamaba dulcemente florecita, mientras sus manos acariciaban su rostro suave, su mirada café, penetraba en la de ella, entonces podía sentir el fuego arder en ella, todo su cuerpo colapsa ante el calor y el deseo.

-Florecita - la comisura de sus labios sonreía, Elena ardía y no era difícil de ocultarlo, sus mejillas rojas era evidencia de ello. - Tú eres la hinca mujer que me interesa y a la que locamente amo. - Entonces la besaba, sin tregua, hasta dejarle los labios aun más rojos y ella se dejaba llevar por el deseo.

Irving era el único hombre que podía desencadenar el fuego dentro de ella.
Así que en su momento abrió los ojos, sus mejillas ardieron al recordarlo, pero debía de bajar en la siguiente estación, después de todo, había cosas reales como deudas y no podía seguir estando soñando despierta.
Iba caminando para llegar a la salida de la estación y tomar un camión que la iba a dejar a tan solo dos cuadras de su destino.

Sonó su celular, pero no pudo contestar la llamada, una segunda llamada, se leía en la pantalla: hamburguesita, sonrío;

-Buenas tardes amorcito- Sus ojos se iluminaron, al otro lado la voz masculina tan familiar, tan cálida y tan dulce.

-¿Como estás pequeña florecita? - Irving, era un ente que aun desconocía en su mayoría, pero cada parte que Elena iba conociendo, lo hacia querer un poco mas.

- Bien, ¿Como estás tú? - Cruzo la calle con cautela mientras seguía al teléfono, un poco de tránsito, el ruido de los carros no era impedimento para poder hablar, se pegaba mas el celular al oído, mientras esperaba ja respuesta.

- Yo, te estoy extrañando cada vez más. - Dejo escapar una sonrisa picara. - Extraño despertar con mi maravillosa novia, entre sus caireles y sobre todo, extraño su calor.

Elena se sentía demasiado halaga con sus palabras, tardo un poco mas en llegar a la oficina, pero cada minuto escuchando su voz lo valía.

Cuatro días o más sin sexo, estaría bien, ama, adoraba con cada parte de su corazón a Irving, pero tenia miedo de contarle ese pequeño detalle, ¿Que reacción podría tener? Se enfadaría o simplemente se iría.

Estaba aterrada, jamás había transmitido hacia Irving ninguna preocupación o algo que pudiera, hacerlo sentir incomodo o eso es lo que ella pensaba. 

Terminando el trabajo, tomaría un taxi rumbo a la casa de su madre Teresa.

Su madre muchas veces le había dicho que Irving no era para ella,además de la enorme diferencia de edad entre ambos y que solo el la veía cuando quería, eso no era amor.

Pero a Elena no le gustan sus comentarios y los ignoraba.
Pero era verdad que le pasaba muchas cosas de alto.

No le reclamaba cuando no respondía sus llamadas, cuando llegaba tan tarde a casa o cualquier otra cosa, que a decir verdad a veces a Elena la hacían sentir simplemente como una opción, no es que ella quisiera ser una prioridad, sentía que también seria egoísta de su parte querer ser el ombligo en el mundo de Irving, pero solo quería tener la seguridad, que en una tarde de risas, chistes de color, Irving se detuviera en medio del éxtasis y pensara en ella, no quería que fuera en una noche solitario, porque cualquiera puede extrañar a alguien en su soledad, pero en compañía. Seria algo maravillosa, saber y sentir que él en ese momento de júbilo, pensara, ojala ella estuviera aquí.

Desde que conoció a Irving, supo que existía una conexión entre ambos, aunque al principio culpo un poco al alcohol, al momento y sobretodo a la enorme excitación entre sus piernas.

Beso al joven con pasión aquella tarde de noviembre, veintisiete del 2018, al principio se había quedado un poco desilusionado Irving, Elena había llegado tarde, mas de lo esperado, pero había llegado y cuando sus miradas se cruzaron, ella sabia que ese hombre iba a terminar loco por ella o al revés, pero que en algún punto ambos iban a terminar perdidamente enamorados.

Pero ya después de un año juntos, de algunos por menores y otras situaciones alegres, seguían más Unidos que al principio, para Elena era un orgullo durar grato tiempo con alguien. Era como verse en cada relación fallida y pensar, es verdad que siempre viene alguien mejor a nuestras vidas.

Estando en la oficina por un largo momento dejo de pensar en su amado y se concreto en la tarea que tenia que desempeñar, realizando llamadas se animo a llamar al ginecólogo y concretar una cita para él sábado. Siendo martes, hoy tendría tiempo de acomodar algunas cosas del trabajo arreglar su departamento, pasar mas tiempo con su madre Teresa y poder cuidar al gato de Irving.

Estaba tranquila, las cosas iban a marchar bien se decía así misma.

Entre tus dientes. .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora