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Sabanas blancas, olor penetrante a vainilla, un mechón de cabello castaño oscuro se asomaba al lado de la almohada que se encontraba junto a Emily. Ahí estaba ella, no es por exagerar, pero su rostro tenía unos rasgos tan finos, naturales, se podía observar su maquillaje escurrido, residuos de rímel bajo esas ojeras que portaba; cómo es posible que alguien se puede dañar de tal manera, debe haber muchas cosas dentro de su cabeza para llegar a ese punto. Una sola noche y ya estaba involucrada, quería ayudarla a salir de cualquier problema que estuviera atravesando. No le gustaba involucrarse en problemas ajenos, pero al verla así de frágil por la noche, la hacía querer no soltarla jamás. Era una completa desconocida que a gritos pedía ayuda en silencio.

El día anterior por la noche, Emily se encontraba paseando por el parque Tongva después de haber salido de una muy aburrida cena con Esteban y la señora Jessica, ellos se conocieron hace dos semanas en uno de los entrenamientos de natación de su mamá, ella es la coach del equipo de los Snappers en la Universidad de Santa Mónica. Por alguna razón los chicos tienen esa necesidad de salir con la hija de la profesora, como si tuviera que probar algo, machos alfa que creen que, al estar con una mujer superior, ya tienen ganado el respeto de los demás compañeros, ya estaba acostumbrada a todo tipo de miradas sexualizando cada uno de sus pasos cuando iba a la universidad a saludar a su mamá.

Regularmente Emily visitaba la universidad los días martes, estudiaba Negocios Internacionales en la Universidad de California, desde que su padre la echó de la casa cuando se enteró que era Bisexual, comparte un departamento con Hannah Rizzo, su mejor amiga desde hace 7 años.

Emily iba llegando al campus por el área de las regaderas ese día por la tarde, observó al equipo varonil que salía de entrenamiento, todos sudados, quejándose de la coach, como siempre, la señora Jessica exigente en sus rutinas; por algo siempre tenían asegurados los primeros lugares cada temporada. Escuchó como le silbaban los chicos al pasar por los vestidores, todos ya sabían quién era y siempre armaban el mismo alboroto.

Se acercó a la oficina donde se encontraba su madre, de pie, extendiendo su mano hacia Esteban uno de los mejores nadadores que tenía. La miró a través del cristal y le señaló que pasara.

- Mi amor llegas en un buen momento, le estaba dando a Esteban la noticia de que será el próximo Capitán, ya que Rodolfo se lastimó en los entrenamientos de la última semana-. La señora Jessica siempre tan entusiasmada con su equipo, la mantenía al tanto de todo lo que pasaba, aunque ella ya no fuera parte del campus.

-Que bien, Felicidades- Emily sonrió un poco intentando mostrar algo de simpatía; a ella la tenían sin cuidado esos asuntos, pero bueno, tenía que soportarlo. Esteban estiró su brazo y tocó su hombro haciéndola sentir un poco incómoda.

-Gracias - sonrió tímidamente mientras su mama lo tomo por sorpresa en un abrazo.

-Iba a salir a cenar con Em, pero si gustas acompañarnos, eres bienvenido. Estaremos en el North Italia a las 6:00.- claro, uno de los lugares favoritos de su mamá.

-Agradezco la invitación, ahí estaré - aceptó rápidamente el tenía ya varios días queriendo acercarse a Emily y qué mejor que por medio de su mamá la coach. Emily solo fingió estar de acuerdo con el invitado extra a su cena familiar.

Una vez que Esteban salió de la oficina se sentó de golpe subiendo las piernas al escritorio frente a su madre.

-Qué te pasa, porque lo invitaste, pensé que solo seriamos tu y yo hoy, siempre tienes que llevar a terceros-. se encontraba un poco enfadada por el cambio de planes.

Scars To Your BeautifulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora