하나 : ya no

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El día era agradable, el clima también. Los nubarrones se amontonaban en el gigante cielo azul, el cual ahora se pintaba de sombras grisáceas, anunciando una próxima tormenta.

Terminó de prepararse con un paraguas mientras seguía observando a través de su ventana el tiempo, amaba ese tipo de días. Con una enorme sonrisa atravesó su habitación blanca hasta la puerta, antes de salir se aseguró de verse bien ante el espejo de cuerpo completo que se encontraba al costado de su armario.

Verificó su atuendo, y checó la lista mental de cosas que podría hacer más tarde regresando a casa, asegurándose si necesitaba comprar algo antes de volver. Reafirmó el agarre en su paraguas y se dispuso a salir de su cuarto, cerrando la puerta detrás de él.

Bajó los escalones, de dos en dos, la alegría brotando por cada uno de sus poros. Saludó a su familia y se dispuso a salir. La caminata inició tranquila, Soobin tomó sus auriculares y comenzó a reproducir sus canciones favoritas, tarareándolas por lo bajo.

El viento circulaba, tranquilo, susurrando una calma melodía a las personas que se encontraban fuera, rozando sus cuerpos con su vaivén, danzando con las hojas sueltas producto del otoño. Le gustaba.

A Soobin le gustaba sentir el sutil viento acariciando su rostro, le gustaba aquel clima con aires de nostalgia, le gustaban las nubes.

Llegó a un amplio parque, donde se encontraría con su hermoso novio de lindos labios. Estaba ansioso, hace días que no le veía, Yeonjun estaba muy ocupado últimamente. Algo sobre sus clases de baile.

Mientras tanto, por su parte, el mayor se hallaba nervioso en su habitación, desde que se graduaron del bachillerato estaba ideando la manera de comentarle a Soobin su situación. Sabía que si le decía la verdad, Soobin haría todo lo posible por seguirle.

Tenía que encontrar el modo de que las cosas funcionaran como él esperaba. No quería lastimar a Soobin, pero estaba desesperado.

Se preparó, con el nerviosismo a flor de piel, salió de su habitación, bajó las escaleras y atravesó su casa, hasta la puerta, al salir, la aseguró y verificó haber puesto bien el seguro, afirmó el agarre sobre las llaves y las guardó en su abrigo.

Ensimismado en sus pensamientos, caminó con un modo automático a aquel parque en el que acordó verse con su alto y apuesto novio. El nerviosismo aún se encontraba ahí, recorriendo cada parte de su cuerpo.

Dio la vuelta en una esquina para continuar su recorrido, avanzó a través de esa calle, sus pequeñas y pulcras uñas se aferraron a las palmas de sus manos, buscando algo de que sostenerse. Siguió con su camino, estando consciente de que tenía que cruzar la calle.

Sus pies continuaron moviéndose, mirando como cada uno de ellos se movía coordinadamente, Yeonjun continuó avanzando, todo fue muy rápido, el auto comenzó a hacer sonar el claxon, el chico no se percató de ello hasta que escuchó el chirriante sonido, producto de la fricción entre el caucho de las ruedas del automóvil y el asfalto.

El auto se sacudió después de haber frenado abruptamente, el conductor vio cómo el chico cayó al suelo, mientras asustado, se bajó del automóvil a comprobar el daño.

Yeonjun soló atinó a caer sobre la calle, el susto hizo que su piernas dejaran de funcionar. En el suelo, comprobó que cada una de sus extremidades estuvieran completas, ofreció una disculpa al conductor por su distracción, le aseguró muchas veces que se encontraba bien, y siguió con su camino. Regañándose mentalmente por lo ocurrido.

Fue ahí cuando se percató de la imagen desaliñada que su cabello regalaba, las pequeñas medias lunas marcadas en sus palmas debido a la frustración y nervios que albergaba, se dio cuenta del clima, cómo este parecía haberse puesto en acuerdo con sus emociones y el próximo evento.

Efímero - soobin & yeonjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora