Parte Siete: El Encuentro 2

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Parte siete

El Encuentro pt.2

“No hay bien que mal no contenga”

“Cuándo quemaron a los herejes; sus ropas ardieron en llamas  y sus pieles se calcinaron, pero su espíritu se hizo más fuerte”

UNO

La puerta estaba cerrada, esa puerta tenía escrito un raro símbolo:

La puerta estaba sellada, sólo había una forma de entrar, esa forma era siendo un elegido, un elegido del mal.

La reunión estaba iniciando.

El lugar de la reunión era una habitación, una habitación llena de arena, sangre y muchas velas rojas.

Todos los elegidos estaban allí, todos excepto Amanda.

El elegido que encabezaba la reunión era Adrián.

-Todos saben por qué nos reunimos aquí –dijo Adrián, su voz no parecía la de un niño de nueve años, parecía más bien la de un demonio, algo salido de las más horridas pesadillas.

Adrián no parecía tener cinco años, parecía más bien un hombre adulto (de unos 60 años) en el cuerpo de un niño.

-Ustedes, la mayoría han aceptado sus tareas, ahora deben entregar su alma a él, al señor de las moscas –dijo Adrián.

Todos los elegidos formaron un círculo y se tomaron las manos, en el centro se encontraba Adrián.

-Ebeleck –empezó a decir Adrián-. Epilef, Blamiclak Soidne yer le se sánatas Ebesida Sárirom.

Después de que Adrián terminara de decir las palabras, un cuchillo apareció a su lado, él lo tomó y luego se cortó el dedo pulgar de la mano izquierda, el dedo cayó al piso y un charco de sangre brotó de la herida.

-Oh, mi señor, toma mi alma, te la entrego, te la ofrezco en todo beneficio, oh señor misericordioso.

Adrián se cortó la mano entera. Ni un sonido salió de la boca de Adrián.

- Ebeleck, Epilef, Blamiclak –empezaron a decir los demás elegidos-. Soidne yer le se sánatas Ebesida Sárirom.

El charco de sangre cada vez se volvía más extenso, cada vez era más y más grande. El líquido rojo que brotaba de la herida de Adrián no parecía sangre, parecía más bien una masa viscosa, negra y roja. De repente la sangre había formado un círculo alrededor de los elegidos.

Debajo de cada elegido había sangre.

-Blamiclak, Oftanick, Doblotbout, Iqnickaras Diosontlic –dijo Adrián.

La sangre se volvió más liquida y luego de esa sangre salió fuego.

El fuego quemaba a cada uno de los elegidos.

-Hijos de la oscuridad, hijos del señor de las sombras, ustedes serán los encargados de expandir el reino de nuestro rey supremo –dijo Adrián

Los elegidos se estaban quemando, algunos de ellos sentían tanto dolor que querían gritar.

-No sean maricas –dijo Adrián-. No griten, el señor oscuro tendrá piedad con ustedes, sí se lo merecen.

-¡No más! –gritó un elegido llamado Ben.

-¿Cómo? –preguntó Adrián.

-Por favor, no más, no más, me duele.

El fuego que había debajo de Ben, dejó de arder, Adrián lo detuvo.

-Ven –dijo Adrián-. Acércate.

Ben se acercó al centro del círculo.

Adrián movió un dedo e hizo que toda la ropa de Ben desapareciera.

-¿Qué va a hacer? –preguntó Ben.

Adrián no respondió.

Todos los demás elegidos seguían quemándose, seguían sufriendo, seguían aguantando.

Adrián movió la mano.

En ese momento un dolor inmenso entró en el pecho de Ben.

Adrián volvió a mover la mano y con esto hizo que el pene de Ben cayera al suelo soltando sangre por doquier.

-¡Hijo de puta! –gritó Ben.

Adrián hizo que todas las velas cayeran y quemaran a Ben.

El chico se quemaba, soltaba gritos y arcadas de dolor.

-Te lo dije, nunca debes desobedecerme. Te dije que no gritaras.

Ben se tiró al centro del círculo y se colocó de rodillas.

-Ten piedad de mí –gritaba Ben-. Se lo imploro señor, tenga piedad, déjeme vivir.

-No, en la vida sólo hay una oportunidad –dijo Adrián.

Ben murió.

-Ahora, el que quiera gritar, puede hacerlo, sólo qué también acabará así.

DOS

El fuego ya había parado.

-Ustedes lucharán en el día Soltico, ustedes estarán destinados a ganar esta batalla, ustedes estarán destinados a esparcir la oscuridad.

Los elegidos seguían formando el círculo, Adrián seguía en el medio de ello.

De pronto, de la muñeca de Adrián salió una mano, una mano negra y peluda.

-Ustedes han entregado su alma al señor oscuro, al señor de los bosques.

-Ebeleck, Epilef –empezaron a decir todos los elegidos nuevamente-. Blamiclak Soidne yer le se sánatas Ebesida Sárirom.

Adrián empezó a flotar, la sombra que reflejaba en el piso era una sombra espeluznante.

-El día Soltico se aproxima, pronto los cielos caerán son duda.

El suelo empezó a llenarse de sangre, de la sangre salieron grandes y gordas larvas que se pegaron en cada uno de los elegidos.

Ginny (incompleta).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora