Maldito día / Capitulo I

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Selena

– ¡Oye Sel! ¡Tienes que ver ésto! – gritó Aliyah mientras se pegaba a un aparador de teléfonos nuevos – Ese es el que quiero – mencionó cuando me posicioné a su lado. Señaló un bonito Huawei color azul oscuro. Era el más reciente y más caro por ende.

Rodé los ojos ya que ella tenía uno similar solo que un poco más pequeño y con menos funciones. La rubia observó con anhelo aquel aparato.

– Camina mujer, tengo hambre – avancé dejándola atrás para caminar hacia el estacionamiento con las bolsas de compras en las manos.

Soltó un bufido en respuesta y prácticamente dió brinquitos hasta mi lado. Charlamos hasta llegar al estacionamiento de abajo. Juntas guardamos las bolsas en su Audi A4 rojo para emprender el camino de regreso al restaurant de comida rápida del centro comercial.

– Feliz cumpleaños a tí... – tarareó haciéndome reír.

Subimos jugando por la rampa de discapacitados hasta salir del frío lugar. Recorrimos el lugar ya conocido hasta nuestra mesa preferida. Calum llegó a saludarnos.

– Buenas, señoritas ¿Que apetecen hoy? – mostró su sonrisa blanca y alineada mientras guiñaba un ojo en mi dirección, Aliyah río un poco.

– Lo mismo de siempre joven Cal – pedí con un extraño acento cortés, los tres reímos y luego él se retiró.

– Le gustas – soltó de repente llamando mi atención. Me encogí de hombros mostrando desinterés.

– Lo sé – dije en un murmuro – es obvio – tomé una servilleta de la mesa y comencé a hacer figuritas con el papel.

Calum era nuestro amigo desde hace dos años, lo conocimos cuando el local abrió y desde ese día decidimos que el chico era importante para nosotras. Cal no era feo, al contrario; tenía cabello castaño con rizos que le colgaban por la frente, ojos avellana, piel clara y un cuerpo esbelto que no ejercitaba. Era atractivo pero no podía verlo como algo más.

Nuestro amigo (mesero por ahora) regreso con nuestra comida.

– Ali estos son para tí – dijo dándole su plato con Nuggets y papas fritas y un jugo de mango – y Sel esto es para tí – colocó el plato con la hamburguesa, el refresco y un pequeño helado de chocolate que no había pedido, arqueé una ceja al verlo.

– Feliz cumpleaños – guiñó de nuevo su ojo y se alejó con una sonrisa y sus mejillas sonrojadas. Aliyah exclamó con sorpresa pero no dijo nada.

Comimos entre risas y chismes de adolescentes. Casi al final la rubia levantó su jugo y brindó:

– Felices dieciocho Sel. Te amo demasiado mejor amiga, salud – las personas que se encontraban ahí aplaudieron un poco y luego regresaron a su comida. Sonreí y brindé junto a Aliyah y Cal.

– Vamos mujer – dije colgando el pequeño bolso en mi brazo, la ojiazul asintió e imitó mi acción. Cal se acercó a nosotros para despedirnos.

– Adiós señoritas – se giró hacia mí – lamento no poder ir a tu casa, pequeña. Pero si quieres mañana podríamos conversar un rato – sus mejillas se tornaron de rojo y supongo las mías igual. No necesitaba ser adivina para saber qué me había invitado a una cita. Asentí con seguridad y con Ali salimos del lugar.

– ¿Una cita eh? Pensé que no te gustaba – negué repentinamente con la cabeza.

– No lo hace, solo que no todos los días me invitan a salir. Además es muy agradable pasar tiempo con él – tocó su pecho indignada mientras buscaba las llaves del auto.

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