Volveré pronto

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Mis bragas subieron a la misma rapidez que se bajaron hace rato, mi cabeza estaba hecha un lío, el olor a cigarrillo estaba impregnado en mí,

¿Cómo es que llegue a estar así?

Escuché unos pasos detrás de mí, los cuales ignoré y continué mirando la hermosa noche con estrellas resplandecientes en aquel inmenso cielo.

Noté unas manos en mis caderas casi desnudas, aquellos fuertes brazos me sostenían de una forma ruda, como si no quisieran dejarme ir.

— Noah, tengo hambre. —

Mencioné de forma rápida, volteando a ver a ese hombre tan guapo con el que solo me acostaba.

Mis manos pasaron por el pecho de Noah, de manera suave, hasta envolver ambos de mis brazos en el cuello de este, quedando ambos pegados de narices.

Una risa se escapó de mis labios, y me acerqué a besarlo, uniendo nuestros labios en un fogoso beso.

Conociéndolo a mi hombre, éste comenzó a besarme el cuello, y sujetarme las caderas para que me subiera encima de él, pero yo fui más fuerte, y me separé de él, dejándole otro beso, pero esta vez en la frente.

— Debo irme... mi prometido me espera. Y enserio me estoy muriendo de hambre. — Le comenté tomando mis zapatos de tacón, yendo a buscar mi falda a la cama, de tanta desesperación la tiré tan lejos que no se dónde quedó.

— Al carajo con ese idiota. — Masculla el castaño, sentándose de piernas abiertas en un puff que tenía por ahí, con cara de pocos amigos, dándole caladas a su cigarro. — Sabes que la pasas mejor conmigo. ¿Por qué no te separas y ya? —

— Lo dices como si fuera tan fácil, corazón... gracias a Romeo tengo mi empleo. — Abrí la puerta del baño y me miré al espejo, pintándome devuelta los labios, colocándome algo de rímel en las pestañas.

Con mis labios hice un leve pico para dejar un beso en el espejo, acomodando mis cabellos castaños segundos después.

Perfecta.

Salí del baño y me puse los zapatos, dejándole un beso a Noah en los labios en forma de despedida.

— No me reproches así... vendré más tarde cuando me deshaga de Romeo... y podrás hacerme todo lo que tú quieras. Seré tuya toda la noche... —

Aquello que había dicho a Noah lo había embobado. Una carcajada se escapó de mí y moví mis caderas haciendo resonar mis tacones contra el suelo al irme por la puerta de aquel enorme apartamento.

Muy bien, ahora me tocaba lidiar con el estúpido de Romeo.

Apenas llegué a la casa, todo fue gritos e insultos de parte de mí prometido, ¡todo por haber llegado 5 minutos tarde!

— Ya déjame en paz, ¿quieres? Romeo, tengo trabajo que hacer. Mañana es mi sesión de fotos y yo debo estar bien preparada, no quiero salir como una pasa de uva por tu culpa. —

— Es que no cumples con los horarios, Millie. Quiero ayudarte y tú lo único qué haces es tratarme mal y echarme para atrás. — Tiene razón. ¿Debería dejar de tratarlo como mierda y ser más disimulada?

Por favor, Millie, saca tus habilidades de actuación.

Me suplicaba a mi misma, convenciéndome de que iba a hacer resultado.

— Tienes razón amor... soy una despistada... es que... lo siento, llego estresada del trabajo, y... soy un manejo de nervios. — Mentí. Obviamente era todo mentira. Me la pasé fenomenal en la casa de Noah.

Ro me miró con pena en sus ojos; como odiaba que me miraran así.

— Comprendo. ¿Por qué no descansas? Mañana te levanto temprano. — Negué enseguida.

— No puedo, sabes que hoy es viernes y es mi día. Estudio el guion con mis amigas. — Sonreí, mirando hacia un costado, me sentía tan sucia imaginando las puercadas que podía hacer con aquel castaño de ojos verdes. — En fin, solo vine a empacar algunas cosillas. —

Metí ropa en una pequeña mochila, y me la puse en la espalda, yendo directo hacia Romeo para dejarle un beso en los labios rápido, volviendo a salir de la casa para pedir otro taxi y volver con Noah.

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