•Arcadas, provocaba miles de ellas en tu persona, sosteniendo fuertemente tu cabello y manejando tu cabeza al ritmo de las embestidas, sentía tu traviesa lengua abrazar mi polla y mientras tus movimientos de arriba abajo se intensificaban, rasgabas débilmente mi piel con tus afilados dientes, obedeciendo a mí petición. Escalofríos, provocaban en mi casa vez que tus perforaciones metálicas de tu lengua llegaban a mí uretra jugueteando con ella a tu propia gana, rasguñabas mis muslos buscando soporte ante esto. Bajé mi mano acariciando tu mejilla izquierda, dónde la humedad de lágrimas lujuriosas era más potente, levantabas con constancia tu dulce mirada conectándolos con mi mórbida vista, sonreías desganadamente ahuecando tus mejillas, novias tus pestañas en coquetería. Te guiñe el ojo descaradamente pidiéndote en señas que continuaras con más rapidez, me sentía llegar al clima con potencia y con mi pierna sentía la rapidez de tu mano en busca de tu propio placer, aún mirándome propuse acabar ambos al mismo tiempo, obedientemente acataste mi deseo. Y sintiendo el sudor frío recorrer mi cuerpo no estaba lejos de la realidad En que tú también lo sentías, asentimos dando aviso del próximo clímax, sentí tu semen recorrer la parte inferior de mi pierna informando de que acabaste de correrte, sonreí al tiempo en que te observaba tragar mi semen sin dejar salir ni una gota de tu pequeña boca, como si fuera la bebida más exquisita que probaste estando sediento, deleitándome a la vista unas de tus virtudes, conectamos nuevamente nuestras miradas. Sin darnos cuenta las habíamos apartado, en ese preciso momento sonreímos y nos dimos cuenta de que no sería la única vez que lo haríamos, esto repetiría y sin duda alguna la idea era bastante emocionante, más aún después del matrimonio de nuestros padres•
