Le advirtieron muchas veces sobre no acercarse a ella, porque aquella era una asesina con poderes demoníacos; además que podía llegar a caer fácilmente a sus talones. Pero aun sabiendo de ello, Alexander Cross prefirió correr el riesgo.
Huérfano de madre y criado por el gran líder de la asociación de cazadores, el joven era el gran orgullo de su padre y de toda la población de Meseñia, un pueblo que no contaba con más de trescientos habitantes.
Alexander tenía un gran historial de caza, donde había capturado y asesinado a más de cincuenta brujas en menos de un año. Este día sería la gran excursión hacia el bosque embrujado de Tayna, estaba preparado para que su lista de exterminación aumentara.
Tomó su anillo de acero, colocándolo en su dedo índice. Escudriñó la marca de este, apreciando como aquellas letras en un idioma antiguo se tornaban de un morado lila. Junto sus demás compañeros unieron sus manos, para luego alzarlas al aire y gritar el nombre de la asociación con altivez. “¡Exaleipsi!”. Del suelo tomaron todas sus mochilas, donde llevaban lo necesario para este extenso viaje.
Había desde comida, ropa, hasta armas hechizadas; para así poder asesinar a cualquier tipo de demonio que se les enfrentara, el uso de magia se debía gracias a aquellas brujas que se encontraban esclavizadas dentro del calabozo de Meseñia.
Después de una larga caminata dentro de aquellos pinos húmedos y frondosos, decidieron tomarse un corto descanso.
--¿Qué dice ahora la brújula?-- cuestionó Alexander a Jack, uno de sus fieles compañeros.
--No creo que ésta haya sido averiada-- golpeteó con unos de sus dedos la vidriera de aquel objeto --. Aunque esto se está tornando extraño. Hemos pasado días caminando hacia el norte, pero no ha habido ninguna señal, y ahora ésta me anda dando diferentes direcciones... No para de girar la flecha de un sentido a otro-- la tranquilidad de Jack se abruptó, en menos de un segundo ya tenía entre sus manos su más preciado arco --. Estamos siendo rodeados por un demonio de alto rango.
--¡Saquen sus armas ahora!-- demandó Cross. Todos acataron su orden, sacando en un instante desde cuchillas, hachas, ballestas, entre otras.
Alexander había sido derribado por un aire feroz. Sentía pinchos en su cabeza, debido a que se golpeó contra una piedra de gran tamaño. Pero no se desistió y volvió en pie. Sabía que ella se encontraba ahí.
--¡Muéstrate!-- agarró el bolso de sus cuchillas meticulosamente, preparado para que en cualquier momento pudiera atacar con ellas.
Silencio. Era la única respuesta que había obtenido durante años, por lo que se frustró más. Gruñó, una risa suave se oyó desde el otro extremo, donde se encontraban la mayoría de cazadores.
--¿Quieres que me revele? Lo que ordene el líder, pero le advierto que puede llorar-- algo provino desde las sombras. Era una mujer de tez blanquecina y estatura media, tenía la cabellera bastante gris, como las cenizas que resurgían de su antiguo amor. A pesar del tiempo, su aspecto no cambiaba, seguía manteniéndose joven y agraciada como la primera vez.
--Gwen Blavatsky-- musitó Stephan sin ninguna expresión, quien era la mano derecha del señor Cross --. Tú habías sido encerrada en aquella prisión no hace más de tres años, ¿cómo mierda es que llegaste a salir de ahí?
--Preferiría que me hablara por mi nombre verdadero, si no es mucho pedir, Stephan.
El aludido quedó perplejo al escuchar su nombre venir de aquellos tentables labios.
--Tu padre era un muy buen cazador-- halagó con un semblante oscurecido --, mas no un buen hombre. Asesinó a unas de los mejores brujas de este reino, aniquiló a toda mi familia...Pero tengo el consuelo de sus gritos pidiendo auxilio antes de que hubiera fallecido.
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Prohibido
Cerita PendekAmbos se sonrieron, sin pronosticar que algo prohibido estaba por iniciar.